
�Ha pasado lo peor para los bancos?
Alberto CASTRO Analista burs�til
En Estados Unidos se ha descubierto, por medio del dichoso test de esfuerzo bancario realizado, que diez entidades necesitan ampliaciones de capital que totalizan 75.000 millones de d�lares (56.000 millones de euros) para sobrevivir a la recesi�n. Bien, es una noticia tranquilizadora saber que, una vez cubierto ese cap�tulo, el sistema financiero estar� m�s preparado para empujar a la econom�a de aquel pa�s, en primer lugar, y del mundo entero despu�s como espacio subsidiario.
Se dir�a, como se repite hasta el tedio en estas semanas, que para los bancos ha pasado lo peor. No obstante, habr�a que hacer, al menos, alguna matizaci�n sobre el papel de los fondos p�blicos en esta revitalizaci�n, que ha sido y es denostado por bastantes medios financieros en Estados Unidos. Se dice en muchos de ellos que los bancos est�n tocados ahora por el intervencionismo y que la �nica soluci�n real es alejar la sombra del gobierno.
La memoria, como se ve, es fr�gil, y apenas alcanza unos meses: �qu� hubiera sido del sistema financiero sin los car�simos planes de apoyo p�blico? Pues una ruina. Y esa hecatombe hubiera arrastrado sin piedad al conjunto de la econom�a mundial a un pozo m�s profundo.
El dinero barato, la lluvia de liquidez y las garant�as aportadas por el gobierno federal ya han obrado un primer prodigio al asegurar la solvencia y devolver la confianza perdida. Es un sarcasmo, entonces, que los mismos que han usado el salvavidas para llegar a tierra pidan responsabilidades a los que se lo arrojaron, molestos por el color del flotador.
Pero ahora, en esta tesitura, los bancos suspendidos en la prueba de esfuerzo tendr�n que sacarse las casta�as del fuego y recurrir a inversores privados para reunir ese montante de 75.000 millones de d�lares. Si no pueden, siempre estar� el gobierno para sostener el edificio. No olvidemos, por otro lado, que todav�a duermen en el limbo activos ligados a las �subprime� a la espera de una recuperaci�n de la econom�a y que los directivos de las entidades financieras, como ha escrito el Nobel de Econom�a Paul Krugman, han comenzado a reclamar otra vez jugosas gratificaciones salariales. Les ha durado nada el prurito �tico.