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CRÓNICA | Toma de posesión del nuevo Govierno de Lakua

Fiesta en Ajuria Enea con lealtad a la Constitución pero sin bandera española

Lució el sol contra pronóstico en Gasteiz y ello permitió que la toma de posesión de los nuevos consejeros se prolongara con un piscolabis en los jardines de Ajuria Enea. Fiesta con cierto aire de boda porque mientras la mayoría picaba algo, Patxi López se veía encadenado a una sucesión de fotos en la escalinata con distintos grupos de invitados.

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Iñaki IRIONDO

Lo que allí suelen ser los primos del novio, los amigos de la novia o los abuelos, eran en el palacio de los Ajuria los alaveses con sus dos consejeras, los de Eibar con Iñaki Arriola o cualquier otro tipo de agrupación que se les pueda ocurrir en relación con cada uno de los nuevos consejeros o cuadrilla de afines.

Había una cierta sensación de toma del palacio de invierno, aunque, eso sí, con canapés de excelente factura, vino de Rioja, txakoli, cerveza de litrona (servida en copa) y hasta agua para los abstemios o quienes de víspera se habían pasado por el otro extremo; que alguno había también parapetado tras unas gafas de sol. «¡Por fin!», parecían exclamar todos al unísono.

Bandera

Cierto que no tuvieron la Lehendakaritza, pero sí vicepresidencias, consejerías y otros altos cargos en el Ejecutivo y en empresas públicas y semipúblicas. Muchos de los que ahora llegan a Lakua -incluida la mano derecha en la sombra de López-, ya estuvieron entonces.

Para las once de la mañana -hora prevista para el inicio de la toma de posesión de los nuevos consejeros- los invitados ya estaban agrupándose por las salas desde las que podían ver el acto o departían amigablemente en la terraza contigua. Tantos eran que, por primera vez, los periodistas no pudimos seguir la ceremonia en vivo y fuimos agrupados en un par de cubículos de los sótanos -sin ventanas ni ventilación, pero con un armario lleno de soperas, fuentes y vajilla de fina porcelana- donde se había instalado una televisión para ver el acto y las conexiones de sonido e imagen correspondientes para los medios audiovisuales.

En el salón central donde tuvo lugar la toma de posesión la ornamentación fue sobria. En una pequeña mesa central, los decretos de nombramiento, las «chuletas» para la jura o promesa de cada consejero y consejera, y un ejemplar de los estatutos confeccionados de forma expresa para esta ceremonia y la del pasado jueves en Gernika.

Tras la mesita desde la que el lehendakari leía, sólo en castellano, los decretos de nombramiento y los consejeros hacían sus votos, se situaron los miembros de la Mesa del Parlamento, y junto a ellos la nueva letrada mayor de la Cámara. En un lateral, alineados por orden de precedencia departamental, las consejeras y consejeros. No había en la sala ninguna bandera. Pero en la contigua, y con la puerta abierta, se había instalado estratégicamente una ikurriña de forma que saliera en todas las fotografías y tomas de televisión. También estuvo la ikurriña sola en el traspaso de poderes de Javier Balza a Rodolfo Ares. Y si alguien quiso fijarse en las imágenes de la víspera de Patxi López firmando decretos, observaría también que en su despacho no había, de momento, más que una ikurriña y una bandera europea. Quizá la remesa de rojigualdas no ha llegado aún.

Las leyes vigentes

No hubo en el acto, pues, ninguna bandera española pero sí mucha lealtad a la Constitución y a las demás leyes vigentes, entre ellas, claro está, la de partidos, que ha permitido en buena medida a los nuevos consejeros y consejeras llegar a donde han llegado. La fórmula empleada fue, textualmente: «Juro/ Prometo por mi conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones de mi cargo de ... [la consejería de cada cual]. Cargo que cumpliré con lealtad a la Constitución, al Estatuto de Autonomía de Gernika y a las demás leyes vigentes al servicio de la ciudadanía».

Hasta la fecha, el texto leído por los consejeros hablaba de respeto a las leyes pero no se hacía ninguna mención expresa a la Constitución y el Estatuto. Además, también se ha sustituido la referencia de servir «a Euskadi», por la de «al servicio de la ciudadanía vasca». Se seguía así el ejemplo de Patxi López en su promesa como lehendakari en Gernika, donde tampoco hizo referencia al pueblo vasco -que sí incluyeron todos sus antecesores- sino, como en este caso, a la ciudadanía vasca.

Rodolfo Ares prometió en castellano e Isabel Celaá lo hizo en euskara. Carlos Aguirre prometió en castellano formando un pequeño lío con los papeles, que no entorpeció que Idoia Mendia hiciera su promesa en euskara. Iñaki Arriola lo hizo en euskara y castellano. Bernabé Unda fue el primero en jurar y le siguió otro independiente, Rafael Bengoa. Gemma Zabaleta leyó toda la fórmula en euskara jurando y prometiendo al mismo tiempo. Pilar Unzalu con la promesa en castellano y Blanca Urgell en euskara, cerraron la lista.

A continuación, Patxi López se acercó a abrazar, besar y saludar a cada uno de sus colaboradores con distinta efusividad en función de la confianza y amistad. Y cuando cabía esperar un pequeño discurso del lehendakari, que en estos casos suele ser una breve arenga a los integrantes del Ejecutivo y unas palabras de cara al público con algún mensaje político, López se limitó a decir un «vámonos» mientras hacía un gesto con el brazo para llevarse a todos a los jardines. No hubo ni siquiera un tiempo para la lírica.

Tras las primeras y más efusivas enhorabuenas de familiares y allegados, consejeros y consejeras rodearon el palacio para hacerse la foto de equipo que debe inmortalizar a cada uno de los gobiernos. De buen humor y obedientes, quedó claro que en este tipo de circunstancias ni el lehendakari manda más que un fotógrafo o un cámara de televisión. Los distintos intentos de Patxi López para conseguir romper filas fueron inútiles hasta que los cámaras dieron su visto bueno.

Después, el lehendakari -que había confesado no saber qué hacer con las manos en estos casos- tuvo que seguir sacándose otro montón de fotos más. Aunque en estas podía ya permitirse otras familiaridades. Lo dicho: como el novio en una boda.

Ares a Eguiguren: «El sueño va a convertirse pronto en realidad»

El nuevo titular de Interior, Rodolfo Ares, fue el primero en escenificar el traspaso de poderes entre consejeros, una ceremonia que no se realizaba en el Ejecutivo autonómico. Pero ayer Ares acudió a la Academia de Arkaute para que su antecesor, Javier Balza, le cediera formalmente los trastos.

Ares hizo el discurso de que se espera de cualquier consejero de Interior -y más si es del PSE- sobre su intención de «combatir a ETA con todos los instrumentos del Estado de Derecho, y a aquellos que les apoyan para conseguir definitivamente consolidar la paz». Y Balza le deseó «la mejor suerte» porque «en esta materia la mejor suerte será para todos y para el país».

Pero hubo un detalle. Entre los asistentes al acto se encontraba Jesús Eguiguren, quien formó junto al propio Rodolfo Ares parte de la delegación que en nombre del PSOE negoció con la izquierda abertzale. Ares quiso tener durante su discurso unas palabras para Eguiguren a quien le dijo que «el sueño, por el que tanto hemos trabajado, de que la sociedad vasca pueda vivir en paz y libertad, va a convertirse pronto de una vez en realidad. Te prometo que trabajaré sin descanso para conseguirlo». También guardó un recuerdo para su propia familia.

GARA

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