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Maite Ubiria Periodista

Y ahora los carceleros se suman a la ola de contestación social

Los carceleros franceses han desarrollado esta semana protestas para demandar mejores condiciones laborales.

Los funcionarios de prisiones se sienten desprotegidos ante los graves problemas que emanan de «un sistema carcelario indigno», en palabras del presidente de colegios de abogados de Francia, Pascal Eydoux.

Los custodios directos de unos establecimientos en los que se almacena la «mercancía averiada» que genera la República se sienten desmotivados. Imagínense cómo se sentirán esos 65.000 hombres y mujeres que ven pasar sus días en un espacio vital que oscila entre los 2,4 y los 4 metros cuadrados.

El presidente Sarkozy ha formateado el debate político a conveniencia mediante la exitosa fórmula del granero. En base a ese modelo de debate general aparentemente amplio y profundo, aprisionó primero las veleidades ecologistas en un pacto verde clarito. Y desde entonces, el modelo se repite a conveniencia, de París a las Antillas.

Las prisiones han merecido, cómo no, su particular debate general, un proceso que terminó con una alta dosis de frustración para los organismos que trabajan por el respeto de los derechos y la dignidad de las personas privadas de libertad.

Finalmente, sólo han tomado letra de ley las propuestas más claramente coercitivas. Algunas, por cierto, enunciadas por los sindicatos de carceleros.

El Consejo de Europa denuncia periódicamente a la República que celebra estos días los fastos del Armisticio de la II Guerra Mundial. La prisión de Fresnes, donde fueron encerrados centenares de resistentes, es hoy el peor de los homenajes posibles al valor supremo de la libertad.

Celdas sobrecargadas, pabellones de castigo, régimen de vida militarizado, inmundicia, desasistencia sanitaria, violencia ambiental... Resulta imposible enunciar en este espacio los muchos defectos de una prisión de guerra que se sitúa a la cabeza de un sistema que llevó al suicidio a 87 personas en 2008.

Tras bloquear durante días las prisiones y dejar sin contacto exterior a los prisioneros, los sindicatos han arrancado a la ministra Dati el compromiso de que habrá más guardianes dispuestos a castigar a un preso por el abrazo furtivo durante una visita. ¡Viva la libertad!

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