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DIAGONAL | José M. Ripalda

El alacrán y el sapo

Inseguridad jurídica e indefensión de hecho es lo que espera a quien no acepte las reglas de la gobernancia. `Gobernancia' es el equivalente actual de `democracia'. El Estado español tiene cada vez más fachada, más diseño; su protocolo se ha acendrado, como una segunda realidad televisiva para autocomplacencia y espectáculo de masas. Pero la ingeniería jurídica que, en cambio, exhibe la Audiencia Nacional es hermana gemela de la ingeniería financiera, incluida su chapucería, incluida -ya no es ni siquiera un secreto a voces- la tortura en la instrucción del sumario y fuera de los casos de sumario; la razón de Estado manda... destruyéndolo. Es el cuento del alacrán y el sapo. Todo joven vasco es sospechoso mientras no se demuestre lo contrario.

Cualquiera, joven o anciano, puede ser declarado terrorista, aunque ni él mismo sepa que está trabajando para ETA, por poner un ejemplo del macroproceso 18/2008 (...).

Conozco a varios de los procesados en el 18/2008 por montar una coordinadora de movimientos civiles; no hay personas que estime más. Pero el resto de los encausados en el macroproceso no habría comparecido ante el juez ni en los peores días del Ulster. De la inicua Ley de Partidos no me importa tanto que se prive de representación política a quienes legítimamente no pueden ser privados de ese derecho.

De la inicua Ley de Partidos no me importa tanto que se prive de representación política a quienes legítimamente no pueden ser privados de ese derecho.

A fin de cuentas las catacumbas son el lugar de quien quiera actuar políticamente como ciudadano, si no es en el corralito asignado. Más me importa que esa Ley sirva para poder encarcelar a todo lo que se mueve bajo la única acusación de pertenecer a una organización declarada ilegal, en una cascada indefinida de relaciones que va a terminar declarando `entorno' al mar Cantábrico.

Desde hace más de 30 años, un Estado grandilocuente y miserable no hace más que destruir lo que podría haber sido un país vivible tras la larga noche militar-eclesial. (...)

La «izquierda» gobierna con reformas de detalle que horrorizan a una derecha (ésta sí sin comillas) casposa y aliada con la Conferencia Episcopal; pero esa «izquierda» ha hecho más que nadie para desmoralizar y liquidar lo que hubo de generosidad y capacidad política al salir del Franquismo. Ser `jacobino' sin «Nation» es ser Antiguo Régimen, sin más; porque aquí la única nación sigue siendo la de los `nacionales' y sólo en ella se puede afrontar la gobernancia. Soy escéptico frente al independentismo; pero puede que al final se imponga en las periferias, aunque sólo sea por tener un problema menos. Un país tan desertizado políticamente, tan violento institucionalmente, no tiene futuro. Lo siento, porque, por ahora, es el mío.

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