«Los hobbits sois criaturas realmente sorprendentes. Puedes aprender todo lo que se refiere a sus costumbres y modos en un mes, y después de cien años aún te sorprenderían». Se lo dice Gandalf a Frodo, cuando el protagonista de la famosa trilogía de Tolkien toma una decisión que cambiará su vida, pero también podría aplicarse a la afición del Athletic.

Probablemente, el decálogo del seguidor rojiblanco no se diferencia demasiado del de cualquier otro aficionado. Animarás a tu equipo hasta perder la voz, llevarás sus colores hasta en la ropa interior, estarás dispuesto a pagar precios desorbitados por ver un partido... Pero es capaz de llevarlo al límite, superándolo a cada nueva ocasión que tiene, para acabar sorprendiendo siempre.

A la espera de lo que suceda el miércoles en Valencia -y qué decir si se consigue el título-, ayer se vivió un nuevo ejemplo. Si muchos consideran al Barcelona un equipo de otro planeta, el Athletic confirmó, una vez más, que su afición es, directamente, de otra galaxia. Porque, de nuevo, se esperaba mucho y hubo aún más.

20.000 personas -la media de espectadores en los campos en Segunda ha rondado los 7.500 esta jornada- se dieron cita en San Mamés para arropar al equipo, que saltó al campo con una pancarta en la que se podía leer «Denon artean lortuko dugu», en su último entrenamiento antes de partir a Valencia. También estuvieron a rebosar las inmediaciones del Hotel Carlton, donde comió la plantilla, y la despedida en el aeropuerto de Loiu no fue menos multitudinaria. Incluso en su llegada a Manises disfrutó de un recibimiento especial la expedición, con el himno sonando en la megafonía.

Un baño de masas y la enésima demostración de amor por unos colores que llegaron a emocionar a los protagonistas. Un aliento de tal envergadura que, ni siquiera con el título de Liga en el bolsillo y la posibilidad del «triplete» en lontananza, al propio Barcelona le costará igualar.

Pese a que las previsiones ya apuntaban a una movilización espectacular, técnicos y jugadores rojiblancos -que incluso tuvieron que salir a saludar desde el balcón del Hotel Carlton- no podían ocultar su sorpresa ante lo vivido en sus últimas horas en Bilbo. También su agradecimiento, culminado con una promesa: «no venimos a pasar unos días, venimos a llevarnos la Copa», resumió Gaizka Toquero a su llegada a Valencia.

Ahora toca abstraerse. Hasta que salte al campo el próximo miércoles a las 22.00 horas, el equipo vivirá recluído en el complejo de La Calderona, de donde sólo saldrá para entrenar. Un pequeño parentésis en la semana más rojiblanca.