Artzai Santesteban, vecino de Antsoain, se enteró de que su nombre aparecía en la famosa «lista negra» policial en otoño del año pasado. «Fueron momentos muy malos. Sabía que podía ser detenido, incomunicado, torturado y encarcelado, pero no sabía por qué. Pero no era el único en ese caso, así que decidimos denunciar el tema y empezar a trabajar. Y tengo que agradecer el apoyo de todos: la familia, los amigos y muchos colectivos que nos han respaldado».

Mientras se daba a conocer el caso públicamente y se le colocaba la etiqueta de «lista negra», Artzai comenzó a notar seguimientos. Finalmente fue llamado por la Audiencia Nacional («se me tiraron encima, con cuatro coches de `secretas' para entregarme la citación», detalla a GARA). Pudo volver a casa libre, pero bajo fianza.

Ahora trata de seguir adelante con la mayor normalidad posible, como Izaskun Goñi, de la Txantrea: «Al principio fue un `palo', no tenía ni idea de qué se me acusaba -explicaba a una revista local-. Me ofrecí a ir a la Audiencia, aunque con el miedo de que si vas, igual no vuelves. Pero quería saber algo». Ella también volvió, y tiene claro que «si esperaban que mi vida se estancara, están equivocados, yo sigo con mi rutina».

25... o más

La lista se dio a conocer el 29 de noviembre en Iruñea, pero alguna mano policial la redactó meses antes, a partir de los testimonios recabados en el periodo de incomunicación de jóvenes detenidos en Iruñerria en el mes de agosto (de los diecinueve arrestados en el total de estas redadas, nueve siguen en prisión).

Desde entonces ha sonado para todos el tic-tac de la cuenta atrás. Las citaciones se han ido sucediendo sin periocidad fija, con imputaciones que van apareciendo y que son de lo más variopinto. La mayoría se entera de qué se le acusa cuando llega al tribunal especial español. «Pero sabemos que no es casualidad que todos estemos en esa lista. Somos jóvenes independentistas y que estamos comprometidos con este pueblo, inconformistas y que luchamos por lo que creemos. Y sabemos que eso no se le hace al Estado», dice una de las jóvenes.

Con sus inconfundibles camisetas rojas, jóvenes independentistas ofrecieron una rueda de prensa esta semana para adherirse a la manifestación de mañana e incidir en esa idea: «En realidad, la `lista negra' no está formada por 25 personas, sino por todos los que luchamos por la independencia».

Un paso adelante

Paradójicamente, la lista ha terminado teniendo un cierto efecto bumerán contra sus impulsores desde que los afectados decidieran dar un paso al frente y denunciar la situación. «Elaboramos un listado con más de 70 organismos sociales, entre los que se encuentran sindicatos, colectivos culturales, feministas, medios de comunicación», explican. Cerca de 40 han terminado confluyendo en la manifestación de mañana, que partirá a las 18.00 de los cines Golem. Entre ellos están entidades como el sindicato ELA, Lokarri o las peñas de Iruñea. Un malentendido hizo que se difundiera también el apoyo de Amnistía Internacional y la Asamblea de Cooperación por la Paz. Los promotores de la iniciativa aclaran que no ha sido así y piden que «nadie piense que hemos tratado de falsear la realidad».

La manifestación se convertirá en una petición al Estado español para que derogue el sistema de incomunicación y, por tanto, la práctica de la tortura, como ya ha hecho el Comité de Derechos Humanos de la ONU. Y también que se acabe con las ilegalizaciones, en un momento en que se ha dado un nuevo paso en esa espiral, y que se posibilite que «todos los proyectos políticos sean posibles. Al fin y al cabo, que toda la ciudadanía pueda ejercer sus derechos sociales y políticos». Queda claro que si la «lista negra» buscaba frenar la movilización y el compromiso juvenil, el resultado ha sido el contrario.