Vodevil macabro
«El albergue rojo»
Gérard Krawczyk, realizador conocido por la saga de acción «Taxi», se pasó al cine de época con «Fanfan la Tulipe», línea en la que sigue con «El abergue rojo», enfrentándose por segunda vez a la revisión de un clásico de la literatura y el cine franceses, en este caso inspirado en la crónica negra de principios del siglo XIX. La idea de modernizar la película realizada en blanco y negro por Claude Autant-Lara ha sido del actor Christian Clavier.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
La literatura y el cine han hecho perdurar el macabro episodio de la crónica negra ocurrido en un albergue de Peyrebeille (Ródano-Alpes) a principios del siglo XIX, y que fue novelado por Balzac en 1831. Abel Gance escribió una primera versión muda para la pantalla, a la que siguió otra de Jean Epstein en 1923. La sonora llegaría de la mano de Claude Autant-Lara en 1951, convirtiéndose en un clásico muy difícil de hacer olvidar. La principal razón que ha podido llevar a realizar un remake es que el original es en blanco y negro, y ya se sabe que las nuevas generaciones necesitan del color para acercarse a un tema determinado, por muy atrayente que pueda parecer. Consciente del cambio formal, la actual revisión de «El albergue rojo» sabe sacar partido estético de dicha ventaja, remarcando la simbología sangrienta del título. El director de fotografía Gérard Sterin ha hecho en ese sentido un gran trabajo cromático, basándose en el colorismo vivo y contrastado de las películas de terror de la Hammer inglesa, aunque por los decorados un tanto teatrales y el tono paródico la nueva película recuerda mucho a «El baile de los vampiros», de Roman Polanski.
El resto de notables diferencias que se pueden establecer entre la película de Autant-Lara y la que ahora ha promovido el actor Christian Clavier provienen del guión, ante la imposibilidad de superar el que en su día escribieron entre Jean Aurenche y Pierre Bost. Estaba lleno de genialidades, como la presencia del mono de los feriantes que todo lo revolucionaba, además de contener no pocas cargas de profundidad anticlericales. La crítica social se desvía más en la realización moderna hacia las diferencias de clases, que colaboran a la representación grotesca de los personajes, dentro de un tono en general abiertamente cómico y vodevilesco. Lo que cambia sustancialmente y resulta muy novedoso es la caricatura de los asesinos, que en la transformada interpretación de Christian Clavier y Josiane Balasko se hacen divertidos y hasta simpáticos, al ser vistos con una mirada más amable y humanizada. En cambio, cuando el matrimonio de posaderos criminales estuvo encarnado por Carette y François Rosay provocaba mucho más miedo, toda vez que el espectador se ponía en el lugar de los pobres viajeros que eran asesinados.
«El albergue rojo» del 2007 justifica el comportamiento de la pareja en apuros, que actúa llevada por la necesidad de explotar su negocio al máximo, antes de que construyan un nuevo camino que ya no pasa por delante de su puerta y tengan que cerrar. Es por ello que se hacen con las pertenencias de los viajeros a los que quitan previamente la vida, robándoles todo cuanto llevan consigo.
En la comedia negra clásica de Autant-Lara buena parte de la comicidad descansaba en el histriónico estilo gestual del entonces popular Fernandel, pero que no conecta con el público de hoy en día por exagerado. «El albergue rojo» de Christian Clavier no descansa sobre el humor reconocible de ningún actor concreto, ni siquiera sobre el que pueda representar él mismo, sino que se pretende que todos los personajes participen de idéntica capacidad para hacer reír. De ahí que el papel del sacerdote que hizo famoso Fernandel recaiga en esta ocasión en Gérard Jugnot, un actor mucho menos estridente y que empatiza con las audiencias gracias a su aspecto bondadoso. El cura debe limitarse a actuar como elemento desencadenante del enredo, puesto es el único que conoce las intenciones criminales de los posaderos tras confesar a la dueña, pero como debe mantener el secreto de confesión se las tiene que ingeniar para alertar al resto de huéspedes sin revelar el verdadero contenido de la terrible información que posee.
El actor cómico Christian Clavier vuelve a coincidir en «El albergue rojo» con Josiane Balasko y Gérard Jugnot, viejos compañeros del grupo teatral Le Splendid, un colectivo que en los años 70 lanzó a intérpretes de vodevil que iban a triunfar en el cine, y en el que se encontraba también la que fue su esposa Marie-Anne Chazel, además de Michel Blanc o Thierry Lhermitte. Clavier se hizo famoso internacionalmente a principios de los 90 con comedias desmadradas como «Los visitantes», para consagrarse gracias a la caracterización de Asterix en las dos primeras versiones cinematográficas del cómic. Mikel Insausti