Sorprende la noticia de una llamada al 112 con petición de información sobre cómo actuar en caso de tormenta. Más, cuando se produce, al parecer, desde la cima de Anboto y con un resultado tan triste. Lo que ha pasado ya no tiene remedio. Lo que pueda pasar, sí. Por eso, no está de más recordar lo que se debe hacer en estos casos.

En primer lugar, aunque no sea fácil, mantener la calma es importante. La posibilidad de que nos pueda caer un rayo encima es pequeña; aunque es verdad que puede aumentar con nuestro modo de actuar.

Si la tormenta nos sorprende en una zona elevada (una cima, una cresta...), tenemos que comenzar a perder altura rápidamente. En el descenso, hay que procurar no caminar por aristas ni correr. Corriendo podemos ionizar el aire a nuestro paso y aumentar la posibilidad de recibir una descarga.

Del mismo modo, debemos evitar los lugares con algo en resalte: un árbol solitario, rocas... Si estamos en un bosque (menos peligroso) hay que procurar no acercarse a los troncos de los árboles. En el caso de que nos atrape en una zona llana, en la que nosotros somos el elemento más elevado, lo más conveniente es que nos pongamos en cuclillas.

Igualmente es conveniente alejarse de cualquier objeto metálico: cruces, vías ferratas, vallados... Si lleváramos «ferretería» de escalada (piolets, crampones...) y la situación fuera complicada, la podríamos esconder y volver luego a recuperarla.

También tenemos que tener en cuenta que el agua, al contrario que el aire, es un buen conductor de electricidad. Por eso, es peligroso permanecer junto a paredes que chorreen, cascadas, torrentes...

Y si somos aficionados a llevar un paraguas en la mochila, no sacarlo si tenemos la más mínima sospecha de que esté próxima la caída de algún rayo.