«La carretera nos ha afilado el sonido, además de nuestra inquietud»
Cápsula llega a Bilbo en 1998. No tienen previsto quedarse, es un punto en el camino hacia el rock and roll. No obstante, la ciudad y el ambiente les cautivan, por lo que pasa a ser la bisagra de todos sus movimeintos. Diez años después, explotan con un portentoso disco «Rising mountains».
Pablo CABEZA | BILBO
Coni Duchess ve las primeras luces en San Nicolás, ciudad al borde del río Paraná; no obstante, su familia se traslada al barrio San Telmo de Buenos Aires al poco tiempo. Martín Guevara nace en Buenos Aires y crece en el mismo barrio, San Telmo, uno de los más antiguos de la ciudad. El destino apuesta por unirles tanto por músicos como por pareja.
Martín comienza a tocar la guitarra con 14 años. Utiliza una eléctrica prestada por un primo suyo que le enseña canciones de los Beatles y los Rolling Stones. Prueba tibiamente con algunos grupos locales de orientación punk, hasta que se inscribe en el conservatorio para estudiar violín y piano. Por alguna razón de ingeniería interna Martín es un músico inquieto y electrónico, por lo que pronto comienza a trastear con secuenciadores, incluso prueba a enchufar la guitarra eléctrica a la televisión para generar imágenes mediantes ondas eléctricas.
En casa de Coni siempre hay instrumentos caseros. Su abuela suele viajar al norte de Argentina y le trae instrumentos autóctonos. Con su hermano se pasa las tardes tocando o escuchando música, incluso graban las experiencias. Cuando se trasladan al campo para visitar a sus abuelos, escuchan los sonidos del entorno con curiosidad y tratan de reproducirlos mediante diversos objetos caseros. De ahí, pasa a tener una máquina de ritmos y un bajo, que aprende a tocar por sí misma.
Ya en Bilbo, donde llegan una esperanzadora tarde de setiembre del 98, mismo mes en el que debutan en el Gazte Lokala de Deustu, comienzan a escribir una intensa e imperturbable historia social y musical. En Bilbo combinan empuje con talento, lo que les permite salir adelante en condiciones adversas.
Testigo directo de su carrera bilbaina, sólo cabe celebrar el afán de superación de la pareja, su profundo interés por la música, su capacidad de sacrificio, la ausencia de temores para afrontar giras por EE UU, Canadá, media Europa, Sudamérica... Todo repleto de fe, entusiasmo, profesionalidad y excelentes críticas internacionales.
¿Cómo ve la evolución de la banda y qué les ha llevado al actual sonido?
La evolución está dada por los kilómetros de carretera y lo que vamos aprendiendo del contacto con el público en directo. Llevamos cerca de cuatrocientos conciertos desde el inicio. Con el álbum anterior fueron cerca de cien en año y medio. Está claro que la carretera nos fue afilando el sonido, además de nuestra inquietud por experimentar nuevas áreas de expresión con el sonido. Pero, sobre todo, vemos que cada vez tendemos a utilizar menos efectos y a basarnos en la mínima secuencia de lo que cada canción requiere.
Les definen como una banda de garage, en el presente disco comparten un par de temas en esa onda, pero básicamente son un trío de r'n'r primitivo
Tal vez el asimilarnos con bandas de garage tenga que ver con la utilización del fuzz en las guitarras, aunque en realidad nos sentimos más identificados con los grupos que abrieron camino al punk. Velvet, Stooges, MC5 y las bandas del CBGB (notable antro ubicado en la ciudad de Nueva York) nos encantan y siempre serán una influencia muy grande para nosotros. Con todo, somos muy conscientes del aquí y ahora y no nos interesa, de ningún modo, hacer revival de ningún tipo. Vemos la historia del rock como una larga cadena de influencias. Y nos estimula sentirnos parte de esa cadena.
Viven el presente, pero en alguna de las capas de Cápsula viven los primeros Stones.
La mayoría de grupos de la época del CBGB de principios de los 70 estaban enloquecidos con los Stones. Es muy común ver fotos de Richard Hell o Patti Smith de esos años con camisetas de Keith Richards. A nosotros nos pasa algo parecido. Los grupos de los 60 son como nuestros abuelos. Así como ellos tenían a Chuck Berry o Muddy Waters, nosotros tenemos a los Stones, los Kinks, Syd Barret, primer Bowie, 13th Floor Elevators, etc.
Ustedes dos combinan voces. Coni está muy bien en cortes como «Fight with tigers», de ritmo tribal.
Coni: Muchas gracias. Nos gusta mucho que durante el disco vayan cambiando las voces principales y la forma de cantar. Son distintos campos que nos gusta visitar, así que en el disco hay canciones enérgicas como «Girl whip up the sound» o «Found & lost» y otras más experimentales, space rock o ambientales como la que señalas, donde sólo suenan una guitarra acústica, una pandereta y un bombo, pero el resultado, la sensación del espacio, es inmenso. Además, en esa canción tuvimos como invitado a Xanpe (PiLT) en el bombo y pandereta. Fue bastante curioso, pues, para lograr el ritmo primitivo que tú dices, utilizamos un bombo gigante que tiene Xanpe, de los que usaba Led Zeppelin, y lo invertimos para que lo tocara como si fuera un timbal de orquesta con una masa a lo Maureen Tucker de la Velvet Underground.
Curioso. ¿Contaron con el arte y sabiduria de Ivan Julian?
La diferencia entre el sonido de este álbum y los anteriores se debe a haber contado con la colaboración en la producción de Ivan Julian, guitarrista original de Richard Hell & The Voidoids, The Outsets, Lovelies, y colaborador de The Clash («Sandinista»), Contortions, Bush Tetras, Matthew Sweet, etc. A Ivan lo conocimos a través de Matt Verta Ray (Heavy Trash), que nos lo recomendó por el sonido de guitarras que estábamos buscando, y la verdad es que fue un acierto. Hubo empatía instantánea. Fue muy estimulante también el estar en su estudio en NY, donde, mientras íbamos haciendo las mezclas, entraban al estudio sus amigos (la mayoría, de ellos viejas glorias del CBGB) y que nos daban opiniones diversas.
¿Y cuál es su entorno actual?
Nos sentimos parte de una nueva escena, que ya no tiene que ver con ciudades, como pudo ser antes Manchester, Seattle, Chicago o Liverpool. Ahora tememos una nueva concepción de vivir la música y encarar la carretera.
El actual momento musical de Cápsula es comparable a cualquiera de los instantes internacionales que protagonizan las buenas bandas de rock independiente, dejemos de lado las comerciales. En Euskal Herria no tienen competencia en su terreno. Su nivel se adquiere con talento, posiblemente natural, pero también con trabajo y aprendizaje, que logran gracias a su pequeño estudio privado, conseguido con enorme esfuerzo, a las horas de local de ensayo, a las giras que sin temor admiten y a los muchos conciertos a los que asisten, además de aprender de las bandas con las que tocan, pues son buenos observadores. No extraña que en este nivel, un sello catalán de prestigio, como B-Core, se fije en ellos en un directo y les invite de inmediato a formar parte de su escudería. En "Rising mountains" practican r'n'r de raíz, con diferentes tonos y matices. Todo muy rico, variado y coherente. Divertido y fantasioso de inicio a fin. Un trío (con Alberto Díez a la batería) enérgico y modulado para el que el rock posee muy pocos secretos y escasas dudas.