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Jurgi San Pedro Licenciado en Derecho

Euskal Herria espera

Euskal Herria espera el momento de su emancipación y el autor dirige su mirada a otros procesos de liberación saldados con éxito, especialmente en Latinoamérica, si bien aún persiste el acoso del Imperio por instinto de supervivencia, pues «sabe que sin pueblos sometidos muere para siempre». Jurgi San Pedro apuesta por nuevos organismos multinacionales internacionales que insten a la resolución del conflicto en Euskal Herria e incluso menciona alguno.

Activamente espera todavía, como han esperado cantidad de hombres y mujeres de pueblos colonizados en América y en Europa, el inicio y desenlace de sus procesos de emancipación nacional y social, aunque ingratamente perseguidos por Madrid.

El común denominador de esas esperas viene compuesto, entre otros elementos, por un intrínseco romanticismo que -transgresor de los esquemas clásicos al uso- trata de expandir los imaginarios libertarios de la conciencia colectiva, así como de la denominada «ayuda exterior», cofactor imprescindible del éxito de estas esperas. De esta convicción, éste escrito.

En esa lucha -vigente hoy en muchas latitudes-, por independizarse del Reino de España, perseguido fue el universal revolucionario Francisco Miranda (Caracas, 1750-prisión en España, 1816), durante sus 45 años de combate decisivo en la lucha por la emancipación de las colonias hispanoamericanas, apoyado siempre por el factor imprenta, y desde antes de que activara el proyecto constitucional del Mississippi al Cabo de Hornos, inspiración del actual proceso de integración intracontinental de los pueblos de América.

Con el objetivo de documentar la persecución del Imperio español a toda pretensión libertaria, traigo aquí un breve extracto de una de sus cartas, fechada en Londres el 20 de julio de 1789, dirigida a su protectora, Catalina II, soberana de todas las Rusias:

«(...) con la esperanza de seguir bajo los magnánimos auspicios de V. M., único apoyo que, creo, me quede hoy tras el insidioso hostigamiento que han desatado contra mí desde Madrid y que alevosamente me despoja de todos mis recursos patrimoniales... y hasta de la correspondencia con mis padres y familiares en América!

Cuán afortunados son quienes, bajo el gobierno de un soberano esclarecido, sabio y filósofo, pueden a cubierto del fanatismo y la Inquisición, transitar días felices en el cultivo de las letras y el ejercicio de la virtud!».

En fin, también perseguido por Madrid fue Bolívar, que tuvo incluso que inventar una bandera, que a modo de brusca ruptura simbólica significara giro decisivo (rectángulo negro sobre rombo blanco en fondo naranja) contra las tropas del Imperio español, decretando la Guerra a Muerte (15-6-1813). Aquí un breve extracto del mencionado Decreto dirigido al pueblo venezolano, que sirve para reconstruir lo que el Imperio significó, en parte ayer y....:

«(...) Tocado de vuestros infortunios, no hemos podido ver con indiferencia las aflicciones que os hacían experimentar los bárbaros españoles, que os han aniquilado con la rapiña, y os han destruido con la muerte; que han violado los derechos sagrados de las gentes; que han infringido las capitulaciones y los tratados más solemnes...».

El Libertador, en su apuesta por la emancipación imaginada ya por Miranda, ordenó campañas de comunicación política, donde incluso la mítica carta del rebelde Lope de Aguirre dirigida a Felipe II (1561) fue mandada a publicar en medios de prensa (setiembre de 1821). Carta que el Libertador consideró el Acta primera de la independencia americana.

Todavía hoy, en el año 2009, gobiernos revolucionarios del Cono Sur son perseguidos por Madrid, como atestigua la guerra mediática abierta contra ellos por grupos de prensa españoles, los mismos que persiguen a todos los pueblos que sueñan y ensayan soberanía e independencia. Es lógico, después de todo, el instinto de supervivencia de un Imperio que sabe que sin pueblos sometidos muere para siempre.

Han pasado siglos y Madrid sigue persiguiendo las ambiciones libertarias de las naciones que somete: el pueblo vasco, Euskal Herria. ¿Cómo puede ser posible una Europa de los pueblos si impera una Europa monárquica, clásica?

En el Reino donde no existe cultura de la participación política, por ser ésta reprimida por los monopolistas de la violencia del Estado monárquico, ¿qué pueden hacer los pueblos?

Acudir a la Doctrina Internacionalista es una vía de liberación nacional. Sabemos que ni la doctrina referente a la aplicabilidad del derecho humano colectivo a la autodeterminación de los pueblos, tan desarrollada desde tiempos de Wilson, tras la primera Guerra Mundial -Paz de Versalles, 1919-, donde se estableció como principio rector, ni la confianza depositaba -cuestionada por el vasco J. Oteiza- en los planes antifascistas de Roosvelt y Churchill inscrita en la Carta del Atlántico (1941), anticipándose al triunfo de la Segunda Guerra Mundial reconociendo el derecho de los vascos a ser república soberana e independiente, han servido para solventar el conflicto todavía vigente.

La ONU no ha servido para resolver el problema, pero sí para dar fe de su existencia. ¿Será que hacen falta nuevos organismos multilaterales internacionales que insten a su resolución? ¿Acaso la iniciativa, en ese sentido, de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) pueda ayudarnos? ¿Qué aportan los nuevos constitucionalistas latinoamericanos al respecto? La promesa por la Humanidad sigue demandando compromisos trasatlánticos. La lucha del pueblo vasco es la misma lucha del pueblo americano.

En cualquier caso, dos síntomas claros, fatales, nos hacen pensar que estamos en la antesala de nuestra liberación esperada. Dos síntomas que se reconocen una vez analizado el trabajo magistral del internacionalista Obieta Chalbaud (1985), «El Derecho Humano a la Autodeterminación de los Pueblos», cuando recorre distintos casos en los que se logró aplicar el sagrado derecho de los pueblos a decidir su futuro:

1- El incremento de violaciones de derechos humanos individuales, léase, entre otras violaciones, integridad quebrantada por tortura aplicada por instituciones del Reino a los disidentes vascos. Atestiguada anualmente en distintos informes de organizaciones internacionales (Amnesty International...).

2- Práctica sistemática de negar representación político-institucional «a minorías nacionales territoriales» por medio de su ilegalización express, cuya cobertura jurídica, analizada por el relator de la ONU, Martín Scheinin (Marzo 2009), no ha dudado en calificar como de «slippery slope» (precedente peligroso).

En esta espera, Euskal Herria, perseguida por Madrid, llama a una humana justicia trasatlántica, sugiriendo premisas de luchas hermanas en Europa, como la que se encuentra en la génesis del Alzamiento de Pascua (Irlanda, 1916, seis años antes de su fragmentada emancipación del Imperio británico), considerada «la primera revolución socialista de Europa», que entendió que «los apuros del Reino Unido son las oportunidades de Irlanda». ¿Será que los apuros del Reino español son las oportunidades de la nueva república?

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