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Oskar Matute Dirigente de Alternatiba

¿Dónde está la vergüenza?

Ni está ni se le espera. La vergüenza en la política vasca está en paradero desconocido. La última muestra de ello es que hayamos sabido de la existencia de un pacto entre PNV y PSE sobre el nombramiento del director de EiTB gracias al presunto incumplimiento por parte de los socialistas de este acuerdo que, por vergonzante, ambos partidos políticos habían guardado en secreto.

Si el pacto por el que el PNV nombraba al director de EiTB era secreto y desconocido, por lo tanto, para los socios del anterior Gobierno Vasco -EA y EB- y para el resto de la cámara legislativa, ¿cómo se puede denunciar en una rueda de prensa el incumplimiento de ese pacto? ¿El mismo PNV que escondió a la sociedad y al Parlamento Vasco la firma de ese acuerdo con el PSE pretende ahora que la ciudadanía se indigne con la actitud de los socialistas? ¿No deberíamos indignarnos todos y todas por la existencia misma de ese pacto secreto e incluso reclamar responsabilidades políticas y dimisiones?

Lo que es de sainete es que ambos partidos alimenten la degradación de la democracia representativa, que ninguneen a la cámara vasca con la suscripción de ese acuerdo clandestino y vergonzante, y que ahora las dos formaciones que lo firmaron lo saquen a la luz para pegarse con él en la cara sin rubor, cuando esto tenía que ser un auténtico escándalo político.

¿Y qué tenemos que hacer los demás ante este espectáculo que sirve para abrir la legislatura? ¿Qué modelo de democracia es éste en el que el futuro de la dirección de EiTB -tan codiciada por PNV y PSE- es acordada sin el concurso del resto y en secreto? ¿Hay más acuerdos escondidos o la opinión pública se enterará de su existencia cuando se incumplan?

¿Creen ustedes que la sociedad vasca tenía derecho a conocer estos acuerdos antes de las elecciones? ¿Qué cultura política estamos construyendo, en la que la mentira y el secretismo se han impuesto a la cultura de la transparencia?

El PNV y el PSE hace tiempo que se han instalado en un modelo de gestión del poder en el que atan y desatan sin dar explicaciones a nadie. Quienes deseamos otro modelo de desarrollo y de país cada vez vemos más evidente que hace falta una catarsis para conseguir un modelo en el que, por lo menos, las personas que trabajan en política tengan un poco de vergüenza. ¿Es tanto pedir?

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