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Raimundo Fitero

Sin ruido

Hay series que llegan sin apenas promoción y se van sin hacer ruido. Así ha sido la corta vida de «La hora 11» en la Sexta. Una mezcla o compendio de varias líneas de investigación policial, con casos que se resuelven con varias técnicas, y sin que ninguno de sus actores hayan alcanzado la fama ni siquiera el reconocimiento popular. Es decir, una serie que se ha mantenido en la zona tibia, pero que probablemente haya cumplido con las expectativas de la cadena. Pocas lecciones se pueden sacar de ella, simplemente que es inagotable la mina de crímenes, policías, investigaciones científicas, tramas sicologistas y acción no exagerada.

Lo cierto es que existen en estos momentos, como casi siempre en los últimos tiempos por otro lado, tantas series de policías norteamericanos que uno acaba confundiéndose y cuando intento recordar imágenes de esta serie me aparece «El mentalista», incluso hay secuencias y planos y encadenados que podrían muy bien ser de cualquier «CSI», y en esta «La hora 11», por cierto, aparecen miembros de este cuerpo aunque en un segundo plano. Es más, el protagonista masculino me recuerda al de «Life» y la femenina tiene rasgos caracterológicos de la policía de «Caso abierto»; la relación entre los protagonistas me recuerda a «Bones» y así sucesivamente hasta darse cuenta de que casi todas las series tienen árbol genealógico y podríamos convenir que la historia de la televisión es precisamente una estratificación de experiencias anteriores. O es lo anterior o es plagio o mala imitación. Y no señalo a nadie.

Aunque si alguien quiere ver un programa donde se cuentan casos de homicidios o asesinatos que se resuelven en positivo, es decir, deteniendo a los culpables, y no es una ficción, sino un documental, lo encontrará en la Sexta antes del informativo del mediodía: «Crímenes imperfectos» se llama este serial y como su nombre indica siempre ganan los buenos. No obstante puede ser una buena escuela para buscar la perfección. Solamente hay que apuntar los fallos para evitarlos. La narración, el ritmo, las dramatizaciones o los testimonios sí que forman parte de una fórmula documentalistas audiovisual clásica muy efectiva.

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