Asistimos desde hace años a una fuerte presión de la industria nuclear, que se ha intensificado en estos días previos a que el Gobierno español obligue a los dueños de la central de Garoña a hacer las maletas y, por lo tanto, eliminar el riesgo para la población. Hasta que no lo vea, no me lo creeré. Todos sabemos que los políticos cambian de opinión con extrema facilidad, siempre son cesiones hacia los poderosos. Esperemos que no sea así, también, esta vez.

Garoña es una nuclear muy antigua y peligrosa. Sus promotores no lo entienden así, me refiero a Nuclenor, que cuenta con el 50% del capital de Iberdrola y el otro 50% de Endesa, porque está en juego un importante beneficio económico que logran, por lo que no les importa poner en peligro a la población y el medio ambiente. Pero ¿quién dijo que debe prevalecer la seguridad de las personas sobre el negocio de quienes la dirigen?

Las empresas eléctricas y aquellas que suministran equipos a las mismas son camaleones; cambian de color dependiendo del interés económico que quieran conquistar para mejorar sus cuentas de resultados. Que se lleva y se vende lo verde, somos verdes y más ecologistas que cualquiera. Pintamos de verde la fachada de la sede, los carteles, la junta de accionistas... lo que sea con tal de llenar y llenar los bolsillos.

Sin embargo, donde se lleva lo nuclear -«blanco nuclear», que dice una empresa química de mi pueblo-, pues suministramos equipos, diseñamos centrales nucleares, etc. Es la política de Iberdrola y de tantas empresas, como Siemens, que hace unos días dijo que era neutral porque suministraba equipos tecnológicos para energía eólica, fotovoltaica, nuclear y, entre otras, marina. Son verdes y blanco nuclear. En el reciente foro energético del BEC tuve oportunidad de hablar con dos técnicos que me dijeron que construir una central nuclear en este momento es tan caro que la rentabilidad de la misma no se logra en su tiempo de vida, a no ser que haya apoyo público y, a la vez, añadieron que las nucleares son un impedimento tecnológico para el desarrollo de la alternativa renovable. En el fondo está en juego lo verde, sí pero del billete de cien euros.