Los ingleses se resignan a la militancia escocesa de su candidato Andy Murray
El torneo de Queens vio cómo Andy Murray lograba ser el primer tenista británico en alzarse con este torneo desde Bunny Austin en 1938. Sin embargo, el número 3 de la ATP, escocés convencido, no deja de ser un ejemplo de unas islas no tan al servicio de Su Majestad.
Arnaitz GORRITI
Wimbledon da hoy su pistoletazo de salida. Es el paraíso del saque-volea, fruto de una superficie que provoca que la pelota resbale sobremanera. A falta del sempiterno duelo entre Nadal y Federer -ambos disputaron una final épica el pasado año, que no se repetirá por la ausencia del primero- el público local tiene en Andy Murray, por una vez, un candidato de los suyos a quien apoyar. De los suyos, o casi. Y a regañadientes.
El número 3 de la ATP es, a sus 22 años, ganador en lo que va de año en cuatro torneos: Doha, Rotterdam, Miami y Queens, además de ser finalista en Indian Wells. Para mayor honra y gloria del tenista de Dunblane, hay que decir que Queens ha sido el primer torneo de su carrera sobre hierba. Pero la relación entre Murray, muy consciente de su identidad escocesa, y a mucha honra, y sus fans, principalmente ingleses, es bastante tumultuosa. De modo que, si los aficionados londinenses del All England Tennis Club se rinden a su particular ídolo local, deberán saber a qué atenerse. Por si acaso, expone lo que se le avecina con claridad: «No infléis el globo».
Después de la retirada de Tim Henman de las pistas en 2007, Murray ha tenido que cargar con la responsabilidad de ser el símbolo de la bandera británica en el torneo más prestigioso del mundo, algo de lo que el propio jugador se ha quejado en varias ocasiones. Formado al margen del regazo de la Federación (LTA), Murray, procedente de una familia de clase media, es la antítesis de Henman. El ceño fruncido, los cabellos demasiado largos y el pantalón corto, insultando en voz alta su ex entrenador Brad Gilbert, Murray responde más al arquetipo futbolístico que al del impoluto tenista británico, procedente de las altas esferas económicas.
«Cualquiera menos Murray»
Su talento y sus ideas claras han chocado desde el primer momento, aunque lo primero ha ido haciendo tragar lo segundo a sus cada vez más seguidores. Aunque se llevó las iras de los ingleses cuando, a raíz del último Mundial de fútbol, Murray declaraba que le daba igual el vencedor «salvo que sea Inglaterra». Así las cosas, los ahora rendidos a su juego le replicaban con llamativas camisetas en las que mostraban su «predilección» con el lema Anyone but Murray; esto es, «cualquiera menos Murray».
Pero el escocés no es tonto y, fruto de los consejos de un experto en imagen, las asperezas de la relación Murray-público se fueron limando. Así, por ejemplo, Murray eliminó todo rastro de William Wallace de su página de internet, se cortó el pelo y dejó de insultar a su entrenador.
Hace poco, unido a su juego, hasta el periódico «The Times» pedía a sus lectores aquello de «aprender a estimar a Murray». Tras su éxito en Queens, donde no cedió un solo set, animar a Murray parece una cuestión patriótica, mal que le pese al jugador, o a muchos de sus «fans». La prensa alaba el talento del «escocés magnífico», consciente de que se halla en situación de conseguir su primer Grand Slam. El actual vencedor, Rafa Nadal, causa baja por las molestias en una de sus rodillas, Novak Djokovic es inconstante y el escocés ha batido a Roger Federer en sus cuatro últimos duelos.
De tal forma, si Andy Murray logra coronarse en el All England Tennis Club, la celebración con champán rosado y fresas con nata -que este año no aumentarán de precio- hará que sus seguidores se olviden de sus palabras y de su nulo predicamento a Su Graciosa Majestad, como en 1936 se olvidaron de que Fred Perry provenía de una familia humilde cuyo padre era diputado laborista. Ahora bien, tal vez el «escocés magnífico» tendrá en su fuero interno la «alegría absoluta de poder batir a los ingleses en su propio deporte», frase que se cuidará de no decir en alto, claro.
La historia tiende de nuevo sus brazos a Roger Federer, quien si gana en Wimbledon puede marcar un nuevo récord de victorias de Grand Slam -suma catorce, igual que Sampras- y recuperar el número uno de la ATP gracias a la ausencia de Rafa Nadal, vencedor sobre la hierba londinense en 2008. El escocés Andy Murray y el serbio Novak Djokovic suenan como los principales rivales del suizo.
En el cuadro femenino, la pregunta es saber si alguien podrá evitar que se repita la final entre las hermanas Williams, en la que Venus superó a Serena. La armada rusa tratará de desbancar a las estadounidenses, aunque ni Dinara Safina, ni Svetlana Kunetsova, ni Elena Dementieva ofrecen sus mejores prestaciones sobre la superficie verde. Por su parte, la ganadora de 2004, Maria Sharapova, no parece estar todavía en condiciones de luchar por el trofeo, teniendo en cuenta que ésta será su cuarta aparición tras una grave lesión en el hombro. I.I.