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Groenlandia inicia el camino hacia la independencia con su nuevo estatuto

Miles de groenlandeses celebraron con alegría ayer en Nuuk, capital de Groenlandia, la entrada en vigor ayer, su día nacional, del nuevo estatuto de autonomía ampliado que abre la vía hacia la independencia a esta isla, bajo administración danesa desde hace cerca de tres siglos.

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Groenlandia celebró ayer de forma oficial la entrada en vigor de su nuevo Estatuto que reconoce el derecho de autodeterminación y sienta las bases para una futura independencia del país.

Vestidos en su mayoría con los trajes tradicionales, hombres mujeres y niños de todas las edades y con banderas groenlandesas se reunieron desde primera hora de la mañana en el puerto colonial de Nuuk, su capital, adonde llegaron en 1721 los primeros barcos daneses marcando el inicio de la colonización de esta estratégica isla del Ártico.

Llegaron en masa a celebrar este acontecimiento histórico con la familia real danesa, su Gobierno y su Parlamento, al completo. Ante los invitados extranjeros entonaron el himno inuit.

En su discurso, el primer ministro de Groenlandia, Kuupik Kleist, señaló que «a partir de hoy -por ayer- empezamos una nueva era en la historia de nuestro país, una nueva era plena de esperanzas y posibilidades». «Esperemos que el día más largo del año, en el que celebramos la entrada en vigor del nuevo Estatuto, nos dé fuerza con su luz», afirmó Kleist, quien pidió a sus conciudadanos a «trabajar duro para desarrollar nuestra capacidad de satisfacer nosotros mismos nuestras necesidades» y garantizar un día «nuestra soberanía».

Diálogo y respeto mutuo

Kleist recalcó la importancia de estE estatuto que reconoce «a una pequeña sociedad (57.000 habitantes en 2,2 millones de km2 -el 81% cubiertos de hielo-) como un pueblo de pleno derecho en igualdad de condiciones con otras naciones». Sostuvo que «otros países obtuvierOn la autodeterminación haciendo muchos sacrificios», pero Groenlandia lo ha logrado mediante «el diálogo, la comprensión mutua y el respeto recíproco» con la metrópoli danesa.

«Es un gran momento para mí entregar la ley del nuevo estatuto a ti y a todo el pueblo groenlandés», afirmó la reina Margarita II de Dinamarca en su discurso ante el presidente del Inatsisartut (Parlamento groenlandés), Josef Motzfeldt.

El primer ministro danés, Lars Løkke Rasmussen, calificó la jornada de «día de la responsabilidad», porque «el pueblo groenlandés asume la responsabili- dad sobre su propio país y será ahora Groenlandia la que decida cómo construir su futuro».

La reina y el resto de la familia real presente en el acto -el príncipe consorte Henrik y los príncipes herederos Frederik y Mary- como Rasmussen y los miembros del Parlamento lucieron el traje tradicional inuit.

La ceremonia de entrega formal de la nueva ley fue el acto central de una jornada de celebraciones que se extendieron por todo el país, coincidiendo con el día nacional groenlandés y el trigésimo aniversario del primer estatuto de autonomía de Groenlandia, que junto con las islas Feroe conforman los «territorios de ultramar» de Dinamarca.

El nuevo régimen autonómico, aprobado por el 75% de los groenlandeses, supone un paso histórico para Groenlandia, ya que además de aumentar considerablemente su ámbito de competencias propias, reconoce como tal al pueblo groenlandés, su idioma como única lengua oficial y amplía al máximo las competencias que puede asumir el Gobierno autonómico, otorgándole el control de los hipotéticos ingresos del subsuelo, donde podría haber reservas de crudo equivalentes a la mitad de las de Arabia Saudí, lo que le permitiría ser autosuficiente a un país que vive de la pesca y de la subvención anual de Copenhague -27% del PIB-.

 
«¿Qué pueblo no aspira a ser libre?»

Anne-Sofie Moeller Rossing, de 65 años, vestida del tradicional traje de fiesta inuit tiene «tentación de llorar» escuchando al primer ministro Kuupik Kleist, y aprieta la bandera groenlandesa mientras el sol asciende sobre la isla.

«Por fin se nos reconoce como pueblo, con nuestra propia lengua, nuestra propia cultura, nuestra identidad. Podemos decidir nuestro propio destino sin tener que pedir para todo la autorización de Copenhague», celebra.

Sujetando de la mano a su hijo Rudi, de 7 años, que quiere ver en carne y en hueso a la princesa Mary, esposa del príncipe heredero Frederik, Brian Felcker, que ronda la treintena, está también emocionado.

«Este día significa mucho para nosotros. Nos vuelve a dar nuestro orgullo y más ganas de educarnos», asegura Felcker, que cree que la independencia total vendrá «cuando ganemos la batalla de la educación y nuestra independencia económica».

Como otros insulares, Akaa, una septuagenaria, cree en este sueño de independencia, «anclado profundamente en todos los inuit». «¿Qué pueblo no aspira a ser libre?», se pregunta.

Los jóvenes también participaron en la fiesta, como Salomé Samuelsen, de 19 años, que opina que «el camino hacia la independencia es todavía largo y difícil». GARA

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