EITB ya tiene un espacio mágico. Y no porque haya magos en él, sino magia. No es lo mismo. Cualquier programa y -mejor dicho- todos los programas tienen uno o más magos en su casting. Pero muy pocos de ellos tienen magia. Brinkola es el espacio del que les hablo. Un lugar a donde cada domingo quiere llevarnos ETB a descansar (en paz) para rezar en comunión a un grupo paganista en esto de los perfiles televisivos. Anjel Alkain y su troupe (en este paréntesis deseo que se sientan mencionados to-dos) nos transportan cada semana al mundo que Tod Browning hubiera querido para sí mismo si hubiera nacido en Hosta, Hazparne, Ituren, Otxagabia, Berastegi, Nabarniz o Berrostegieta en lugar de en la América abisal. Podría añadir otros lugares a la retahíla mencionada pero me temo que no pertenecen al idiolecto del programa.

Estos caracteres que podrían haber salido, en algunas ocasiones, del imaginario franco-belga de la película Delicatessen o, en otras, del ambiente pre y post-mortem de la teleserie a dos metros bajo tierra me resultan del todo identificables. Y si a mí me resultan conocidos... estoy más que segura que a muchos de ustedes les harán recordar personajes de su pueblo o su familia con nombre y apellidos.

En la última de las entregas en las que estuve de cuerpo presente (sofá y mando en plaza) vi a la grandísima Iñake Irastorza (¡que pedazo de actriz!) dirigirse a la carnecería. Su actuación fue memorable. Del todo. ¡Qué versatilidad la de esta mujer! Debería decir la de esta actriz pero el cine y la televisión son injustos con profesionales como ella tan posibles e invisibles en nuestras producciones.

Es una actriz tan convincente que yo creí estar en la carnecería Sagardoy de Otsagabia sin menospreciar el decorado tan preciso y a Alkain como madre de Anthony Perkins. Puedo imaginar a Iñake desayunado con diamantes y George Peppard en Tiffanys o en un biopic de la Madre Teresa de Calcuta.

Y si esto no le parece un piropo le llamaré personalmente para explicárselo.