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Argiñe Arregi y Miren Urkijo Ahaztuak 1936-1977

No basta con rezar

Pedimos que se pongan medios para ocultar el águila imperial franquista que permanece en el templo. De no hacerlo ésta presidirá el funeral, convirtiendo el acto en algo a medio camino entre el surrealismo y la burla más cruel a las víctimas

Hoy tendrá lugar en la Catedral Santa María de Gasteiz la celebración de un funeral en memoria de los catorce sacerdotes vascos asesinados por las tropas golpistas alzadas el 18 de Julio de 1936.

Esta celebración es el más público y notorio de los gestos concretos que los obispos de Bilbao, Vitoria y San Sebastián proponen realizar tras la publicación la pasada semana de su documento «Purificar la memoria, servir a la verdad, pedir perdón». Consideran «un deber pendiente» viendo para ello necesario «un ejercicio de purificación de la memoria» para lo que deciden la realización de dicho funeral, la publicación de una reseña de «quienes fueron ignorados» en el Boletín Oficial de cada diócesis y la inclusión de los nombres de los catorce curas asesinados en los registros oficiales de fallecidos de cada parroquia. Estas muertes habían sido ignoradas durante estos más de setenta años, habiendo sido registrados de manera oficial en los registros diocesanos y parroquiales solamente dos de ellos: Martín Lekuona y Gervasio Albizu.

Desde Ahaztuak no podemos sino saludar dicho documento toda vez que supone una esperanzadora nota discordante en el tradicional pentagrama de los estamentos eclesiásticos en lo referente a las víctimas del franquismo, donde la melodía entonada desde hace setenta años ha sido el monocorde «Te Deum» que ha acompañado a las beatificaciones de los «mártires de la Cruzada», a las negativas a la investigación de los archivos eclesiásticos o a quitar elementos de la simbología franquista que perduran en sus edificios, como en el caso de la catedral de Gasteiz.

Pero considerando importante este documento y la actitud innovadora que en lo referente a las víctimas del franquismo parece querer inaugurar con él la Iglesia vasca, hemos de decir también que nos sigue pareciendo incompleto e incluso contradictorio. No podemos ni siquiera comenzar a desterrar nuestra dolida crítica y lógico distanciamiento con una Iglesia de la cual la vasca también forma parte y que hasta hoy ha sido no ya ajena, sino en general beligerante con las reclamaciones de Verdad, Reparación y Justicia de las víctimas del régimen franquista... ¿Cómo no ha de ser así cuando el lugar elegido para celebrar el funeral conjunto, para escenificar de forma abierta y pública esa «purificación de la memoria», ese «servir a la verdad», es uno de los principales lugares de conservación de la simbología franquista? ¿Cómo no ha de ser así cuando se elige precisamente esa catedral inaugurada el 24 de septiembre de 1969 por el genocida Francisco Franco? No entendemos asimismo por qué el escrito se limita a los catorce sacerdotes, dejando aparte al resto de víctimas.

Ante ello, desde Ahaztuak, asociación de víctimas del régimen franquista en la que también hay miembros de la comunidad cristiana, queremos felicitar a los obispos por esta decisión y animarles sinceramente a seguir por ese camino con total determinación, para lo cual les pedimos que como primera fórmula pongan los medios para ocultar el águila imperial franquista que aún permanece en el interior del templo. De no hacerlo así, ésta permanecerá impasible al ademán presidiendo dicho funeral, convirtiendo el acto en algo a medio camino entre el surrealismo y la burla más cruel a la memoria de estos sacerdotes y a la de todas las víctimas del franquismo.

De igual forma solicitamos a los obispos vascos que, al igual que van a inscribir en los registros diocesanos y parroquiales a doce sacerdotes, se sumen también con todas sus energías a la petición de las víctimas del franquismo de poder inscribir a nuestros familiares asesinados en los registros civiles, algo que en la mayor parte de los casos sigue siendo hoy imposible.

Asimismo les pedimos también que hagan todo lo posible por incorporar al espíritu y a las acciones propuestas al arzobispo de Pamplona, monseñor Pérez, que en otras ocasiones se suma gustoso a los pronunciamientos de los obispos vascos pero cuya firma se echa en falta en este documento.

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