«La medicina tradicional aplica macrosoluciones a problemas que empiezan en la nanoescala»
Joseba VIVANCO |
Se suele argumentar que en medicina se aplican «macrosoluciones» generalizadas a «nanoproblemas» localizados.
Es cierto. Las enfermedades, al igual que todos los procesos de nuestro cuerpo, comienzan a producirse en la nanoescala. La nanoescala comprende el rango de tamaños de muchos componentes biológicos básicos como las paredes y orgánulos celulares o los genes. Normalmente, cuando una enfermedad se manifiesta no estamos ante un nanoproblema localizado. Sin embargo, esa enfermedad sí habrá comenzado como un nanoproblema, es decir, por algún desajuste en los componentes o en el funcionamiento de los elementos biológicos básicos, que sí operan en la nanoescala.
Y aplicamos macrosoluciones...
Las soluciones que generalmente aplica la medicina son macrosoluciones en tanto que suponen una intervención en una escala superior de la que surgió el problema. Es el caso de una intervención quirúrgica, cuya precisión, aún en el mejor de los casos, está lejos de la nanoescala. Pero claro, cuando se opera es porque el problema se ha extendido más allá de la nanoescala.
El tratamiento del cáncer sería un ejemplo evidente...
Sin duda. La quimioterapia es una introducción masiva de medicamentos en el cuerpo y además, en general, de forma poco selectiva. La radioterapia externa utiliza haces de radiación extensos y la braquiterapia utiliza semillas radioactivas del tamaño de milímetros. En los dos últimos casos, las áreas afectadas suelen estar bien localizadas y son propicias para la utilización de nuevas estrategias como las que propone la nanomedicina.
Pero hoy por hoy es la técnica que hay...
Es que no quiero decir que los tratamientos convencionales estén mal planteados. Al revés. Son soluciones que funcionan y que han avanzado muchísimo en minimizar los efectos secundarios que pueden tener. Sin embargo, en la medida que avanzamos en la comprensión y el control de la materia a escala nano, se abren nuevas posibilidades que pueden ser más eficaces en la terapia del cáncer.
¿En qué se traduce la apuesta nanotecnológica en las ciencias de la salud?
Ofrece nuevas soluciones y enfoques en el tratamiento de las enfermedades y, sobre todo, una mayor precisión, tanto en el diagnóstico como en la terapia. La nanomedicina comprende tres grandes áreas de actuación. En primer lugar nos ofrece nuevas herramientas-diagnóstico que permiten «visualizar» nuestro organismo a escala molecular. Es el caso, por ejemplo, de la utilización de puntos cuánticos (quantum dots) con los que se pueden realizar imágenes en vivo y en tiempo real mediante fluorescencia.
¿Cuáles son sus otras aportaciones?
En segundo lugar, destacaría que ofrece estrategias para la liberación controlada y selectiva de fármacos, es decir, para llevar los fármacos allí donde se necesita y activarlo cuándo se necesita. Éste es el caso de lo que se llama «caballos de troya moleculares», los cuales son unas nanopartículas a las que se les adhiere un fármaco determinado y alguna molécula adicional que permite que esa nanopartícula sólo penetre en las células problemáticas, por ejemplo, las células cancerosas. También el de nanopartículas que una vez dirigidas a la zona dañada son activadas por algún campo externo, como un haz láser infrarrojo o un campo magnético, y entonces se excitan térmicamente y acaban con dichas células.
¿Y su tercera aportación?
Que la nanomedicina resulta de gran valía para la medicina regenerativa, ya que ofrece los entramados tridimensionales necesarios para provocar la regeneración de tejidos a partir, por ejemplo, de células madre.
La película «Viaje alucinante» retrata ese futuro ficticio, con una nanonave viajando por el interior del cuerpo humano. ¿Hasta qué punto está hoy cercano ese futuro?
No retrata ese futuro. Es una película de ciencia ficción que dudo mucho que algún día se haga realidad. En cualquier caso, la idea de que seamos capaces de introducir en nuestro cuerpo dispositivos que se dirijan específicamente a los lugares concretos de nuestro organismo que se encuentran afectados es posible. Y de hecho, como decía antes, existen ya formas de hacerlo a través de nanopartículas que incorporan varios tipos de moléculas, algunas que curan selectivamente, y otras que sirven para monitorizar su efectividad. A día de hoy, varios de estos métodos se encuentran en fase clínica.
¿Pero hablamos de nanoinventos o de nanomedicamentos?
Yo hablaría de estrategias de detección precoz de las enfermedades, es decir, cuando todavía no se ha manifestado macroscópicamente como dolencia, y hablaría de terapia selectiva y personalizada posibilitadas por la nanotecnología. Hablaría de estrategias de alta precisión y, sobre todo, de estrategias que potencian la capacidad de autorreparación de nuestro cuerpo. En algunos casos serán nanodispositivos activos, en otros serán tratamientos superficiales que fomenten la regeneración tisular, en otros casos nanoparticulas, y en otros casos herramientas que permitan una cirugía de alta precisión y mínimamente invasiva.
Doctor en Ciencias Físicas por la UPV-EHU, se incorporó en 2006 al proyecto NanoGUNE como director de proyectos y comunicación, si bien en 2008 asumió la dirección de la agencia Nanobasque. Ha impartido una charla en el Hospital Donostia sobre «Nanomedicina, un viaje alucinante».