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SAN FERMÍN 2009

«El San Fermín de Santo Domingo preside mi casa el resto del año»

 

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Aritz INTXUSTA |

MARIVí ESPARZA
ENCARGADA DE COLOCAR LA IMAGEN DE SAN FERMÍN EN SANTO DOMINGO

Nació en Etxauri hace 53 años, pero antes de cumplir dos años su familia se mudó a Iruñea. Es de la Peña Donibane y hace 30 años recayó en sus manos la responsabilidad de uno de los actos más emotivos de Sanfermines. Ahora, su hija Goizargi ha empezado a tomar el relevo de custodiar la imagen de San Fermín a la que cantan los mozos en el encierro.

Durante el año, el San Fermín de Santo Domingo es falso, una réplica. El auténtico lo guarda Mariví. Y sólo se puede ver durante los encierros. Todos los días, a las 7.30 de la mañana, esta socia de la Peña Donibane y varios ayudantes colocan la imagen en la hornacina de la cuesta para que los mozos le canten. El auténtico San Fermín pertenece a las peñas.

¿Qué historia hay detrás del San Fermín de Santo Domingo?

Realmente, no es una tradición tan antigua. Al principio, las monjas del Hospital Militar colocaban en una ventanita un pequeño San Fermín con una sábana blanca. Pero todo cambió en 1978, no se sabe si con los follones del día 8 o con qué, la imagen se rompió o desapareció. En septiembre de ese año, se creó una comisión con cuatro mozos de peñas, que se dieron cuenta de que se habían quedado sin imagen a la que cantar. Así que, decidieron comprar otra y, de paso, los candelabros, las flores y el panel de las peñas. Cuando quedó deshabitado el Hospital Militar, nos dejaban las llaves para colocar el santo. Al final, se hizo la hornacina. Los cuatro mozos se encagraban de ponerlo. Pero había un problema: todos eran corredores y tenían miedo de que el toro les cogiera y no poder quitarlo. Uno de los cuatro era mi marido, por eso me ocupé yo de recogerlo desde el primer día.

¿Cuándo empieza a colocarlo?

Mi marido murió en 1996. Entonces tomé una decisión: yo lo quito y yo lo pongo. Y así ha sido hasta hace tres años, cuando mi hija empezó a exigirme colocarlo un día cada una.

¿En qué le ha cambiado esa «misión» los Sanfermines?

Es una tremenda obligación. No puedes salir de juerga. Yo ya no soy muy de noche, pero lo era. No niego que muchas veces he tenido el tiempo justo para darme una ducha y cambiarme de ropa. En Sanfermines es normal llegar tarde, pero siempre me levanto a las seis. Tengo que ser muy consciente de levantarme pronto. Desde que comencé con esto, vivo más el día. Soy muy del encierro y de las dianas. Creo que no he faltado ni un día desde finales de los setenta.

Parece que su hija también lo ha cogido con ilusión.

A mí me llena de orgullo y a su padre, por supuesto, le encantaría. Por otro lado, no sé si en Santo Domingo corre alguna chica, es muy masculino. Por eso, el que ponga el santo una mujer no está nada mal. No corro el encierro por miedo, pero me encantaría. Tengo demasiada responsabilidad. Hay que estar, como un clavo, a las 7.30. A veces, hay que pegarse con la gente para que te haga sitio. Aunque, ahora es más fácil porque cojo todo de casa y lo dejo en el Ayuntamiento.

Ah, pero ¿guarda a San Fermín en tu casa?

Por supuesto. Lo guardo el resto del año y, además, la preside. A San Fermín lo compramos con nuestro dinero, no es del Ayuntamiento, y hay que cuidarlo, hay que traerlo y hay que llevarlo. Al principio, se quedaba en casa de mi madre, que vive en Jarauta. Ahora sería imposible llevarlo hasta allá. Se queda en el Ayuntamiento desde los años 90, pero sólo durante los días de San Fermín.

Se ha convertido en imprescindible o, al menos, necesaria.

Supongo que si no lo haría yo, lo haría cualquiera. Ésta es una de las pequeñas cosas que tiene San Fermín. Son anónimas, pero tiene a alguien detrás. Eso es lo bonito que tiene esta fiesta. Son pequeñas cosas significativas que están ahí en su momento porque alguien se encarga. La fiesta la hace la gente de Iruñea. Podría colocar el santo un policía municipal, pero nunca sería lo mismo. Es un acto anónimo, aunque a veces tiene sorpresas, como cuando me llamaron desde Caracas porque me habían visto por la tele.

¿Lo popular tiene otro encanto?

Qué duda cabe de que es más bonito. Guarda otra emoción. A mí, me sigue llamando la atención cómo la gente mira y toca al santo. Creyentes y no creyentes. Esto no tiene nada que ver con la religión. La gente pasa de la Iglesia, pero le siguen pidiendo al santo. A veces me dan postales para que las coloque, incluso me ha tocado colocar cenizas en la hornacina.

¿Se queda para ver cómo le cantan los mozos?

No, ando siempre con mucha prisa. Bajo, lo pongo y subo disparada a ver el encierro. De niña veía el encierro desde el Museo, para mí es la mejor vista. Me es casi imposible verlo desde la Estafeta, porque luego tengo que correr muchísimo. Estoy pendiente de la radio para salir cuanto antes porque he quedado a almorzar. Siempre dejo que que la gente me ayude, porque el acto es cosa de todos, pero luego se quejan: «Oye, que no te sigo». Les digo que lo siento, pero es que esto de colocar el santo es así, me entusiasma y lo hago muy deprisa.

 

mujeres

«El tramo de Santo Domingo en Sanfermines es muy masculino. No sé si corre ninguna chica. Por eso, el que el santo lo ponga una mujer no esta nada mal»

sorpresas

«La gente pasa de la Iglesia, pero le piden a San Fermín. A veces me dan postales para que las coloque, incluso me ha tocado colocar cenizas en la hornacina»

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