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Cristina Maristany | Escritora

Éramos pocos y parió la abuela

Hay un erotismo creciente entre el PSOE y el PP que ya ni intentan disimular, es inútil, es demasiado evidente La referencia a que la no condena pueda considerarse como un apoyo a la violencia es obscena en un país en el que el PP, fundado y presidido por un ex ministro franquista, no ha condenado nunca el franquismo

En la actual situación que se vive en Euskadi hay elementos dispersos recientes que conviene ordenar cronológicamente. El primero de ellos fue el fantoche Gobierno elegido tras el Pucherazo (con mayúscula) que gallardea de lo que carece: el apoyo del pueblo vasco. El nuevo Lehendakari, Patxi López, ha llegado cínicamente a Ajuria Enea por dos hechos tan graves como el desnacer a la izquierda abertzale (sin ello, le hubiera sido imposible encontrarse donde está), y, cómo no, el apoyo del Partido Popular. Hay un erotismo creciente entre el PSOE y el PP que ya ni intentan disimular, es inútil, es demasiado evidente. Se encuentran en plena luna de miel y la similitud ideológica de ambos partidos es total.

El segundo hecho ha sido que, pese a todas las maniobras para impedir la candidatura de Iniciativa Internacionalista liderada por Alfonso Sastre, ésta se presentó y obtuvo, a pesar de las manipulaciones, un éxito muy importante.

El tercer elemento, relacionado con el anterior, fue el segundo pucherazo en el recuento de votos de IIS-P. Ante la firme decisión de clarificar qué había pasado con el trasiego de votos desaparecidos, cambios de numeración en la asignación de papeletas, etcétera, debieron ponerse muy nerviosos al intuir que podían salir a la luz las irregularidades cometidas, por lo que pasaron a poner en marcha un cuarto elemento: el feroz y vergonzoso ataque contra Alfonso Sastre desde varios medios de comunicación. Los artículos de Sastre fueron burdamente tergiversados cuando en realidad lo que en ellos se reflejaba era la voluntad de «despertar esperanzas y dar voz a los sin voz», y decía que «el mero hecho de que la izquierda abertzale haya podido alzar la suya durante la campaña ya era un signo de triunfo». También hablaba de la gran oleada de solidaridad llegada desde los más diversos lugares.

El quinto elemento, éramos pocos y parió la abuela, es la sentencia del Tribunal de Estrasburgo. Es una sentencia tan en la línea del Gobierno del Estado español que podría parecer una clonación de las tesis del Gobierno. La explicación dada por el Tribunal de que colocar a la izquierda abertzale fuera de la ley era algo necesario y conveniente resulta un tanto anómala. La sentencia de la Sala pequeña del Tribunal de Estrasburgo, TEDH, sobre el recurso interpuesto por Batasuna es sorprendente.

La referencia a que la no condena pueda considerarse como un apoyo a la violencia es obscena en un país en el que el Partido Popular, fundado y presidido por un ex ministro franquista, no ha condenado nunca el franquismo y donde los dirigentes del Partido Socialista, en pleno escándalo del GAL, no sólo no condenaron lo más repugnante que puede existir, el terrorismo de estado, sino que se convirtieron en un ramillete de agranujados políticos que iban a jalear a los responsables visibles cuando estuvieron detenidos en la prisión de Guadalajara.

Yo no sé si los abogados de la izquierda abertzale decidirán si es conveniente recurrir la sentencia de la Sala pequeña del Tribunal de Estrasburgo, la de los siete jueces; no conozco cuántos son en la Sala principal, pero tal vez, si no sólo son siete, exista una mayor lucidez jurídica.

Es muy grave el fallo del Tribunal ya que significa el recorte de libertades de miles de ciudadanos vascos. Como dice Antonio Alvarez-Solís en su artículo «La libertad prostituida», publicado en este periódico (GARA 2009/07/02): «Ahora mismo la nación vasca asiste a una bárbara exhibición de persecuciones tan groseras como elementales». «En la Europa que se dice protagonizar las construcciones del humanismo las sevicias son perfectamente visibles y producen un agusanado horizonte moral». «Mientras un solo ciudadano no puede expresar lo que cree, la libertad se torna imposible».

Pese a este panorama desolador que no lleva a ninguna parte, todavía confío en que algún día se clarificarán las ideas y se llegará a esa paz que tenía que haber llegado hace ya mucho, muchísimo tiempo.

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