El sitio exacto del vallado del encierro donde el joven Daniel Jimeno fue empitonado el viernes por Capuchino, amaneció ayer con un altar improvisado con pañuelos y fajas rojas en recuerdo de la 15ª víctima mortal que se cobran los encierros de Iruñea desde 1924.

Hasta ese lugar se acercaron muchas personas, que también colocaron flores y velas. Por su parte, las peñas de la ciudad, han enviado una corona de flores para el funeral. Sin embargo, el momento más emotivo tuvo lugar poco antes del encierro, cuando los corredores de ayer se pasaron a ver y a dejar pañuelos en el lugar de la mortal cogida, junto a la Telefónica. En ese mismo punto fueron corneados también otros dos mozos, que evolucionan favorablemente.

Los iruindarras y los visitantes expresaron así su último adiós al corredor de 27 años, cuyo cadáver fue trasladado ayer en un coche fúnebre hasta la localidad madrileña de Alcalá de Henares, adonde llegaron sobre las dos de la tarde. También regresó a casa la familia de Jimeno: los padres, su hermana, su novia (con la que llevaba seis años) y unos tíos, ya que todos se habían trasladado hasta Pamplona para pasar varios días de Sanfermines junto con sus abuela, que vive en el barrio de Donibane.

El cadáver será incinerado hoy, después de una misa, a las 9.30 de la mañana en el crematorio del cementerio Jardín de Alcalá de Henares, ciudad donde nació Daniel Jimeno. Hasta entonces, el cuerpo permaneció en una de las salas del tanatorio de la localidad, situado en el kilómetro 3 de la carretera de Pastrana (M-300). A ese lugar se desplazaron muchos amigos y vecinos de la localidad, convocados por la peña Alcalá, de la que Jimeno fue uno de los socios fundadores. El Ayuntamiento de Alcalá de Henares se ha puesto a disposición de la familia del joven para «toda la ayuda que necesiten».

También se desplazó hasta Alcalá la alcaldesa de Iruñea, Yolanda Barcina, que ensalzó la «entereza» de la familia y recordó que tanto el padre, como el abuelo del joven habían sido corredores del encierro. Barcina aseguró que «llevan muy dentro los Sanfermines» y que la hermana del fallecido le había pedido «que cuide estas fiestas».

La alcaldesa ya había acudido antes a la capilla ardiente en Iruñea, acompañada por el presidente navarro Miguel Sanz. También acudió la edil encargada de lanzar el chupinazo, Maite Esporrín, que es enfermera y estuvo junto al joven instantes después que que recibiera la mortal cornada que le provocó la muerte casi en el acto al desgarrarle la aorta. Pese a que los equipos de emergencias trataron de revivirle durante un cuarto de hora, el joven se desangró en segundos. El asta se clavó 15 centímetros rompiéndole la clavícula. Maite Esporrín, concejala por el PSN, declaró después que ésta había sido la peor experiencia profesional de su vida.