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Profeta en su tierra, jabo Irureta vuelve a casa con un prestigio indiscutible

La cordura regresa a la dirección deportiva del Athletic. La dimisión de Inchaurraga, los ceses de Solar y Liñero, y las negativas de Ziganda, Sáez y, sobre todo, Amorrortu habían dejado a la entidad en una complicada situación. Finalmente, Macua ha podido convencer a Jabo Irureta.

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Beñat ZARRABEITIA

Una decisión a priori acertada, ya que el Athletic necesitaba una figura de indiscutible prestigio que guíe las decisiones por encima de los vaivenes coyunturales que protagoniza el míster del primer equipo. Sin embargo, resulta curioso que el presidente haya optado por contratar un director deportivo tras haber negado reiteradamente, también en las páginas de GARA, la necesitad de contar con dicho cargo.

Jabo Irureta, que podría contar con un ayudante, regresa al Athletic 14 años después de su última experiencia. Vuelve tras haberse ganado el respeto del mundo del fútbol y con la misión de regir un club que ha funcionado a salto de mata durante los últimos tiempos. Nacido el 1 de abril de 1948, se inició como futbolista en el Real Unión. Su buen hacer le llevó a fichar por el Atlético de Madrid en 1967. Su etapa colchonera fue de lo más exitosa, incluso llegó a jugar la final de la Copa de Europa de 1974. Una cita donde se engrandeció la leyenda del «pupas». Fueron empatados por el Bayern en el último minuto del choque y acabaron siendo goleados en el desempate.

Operación retorno

En 1976, en plena «operación retorno», el Athletic se hizo con sus servicios. Los vizcainos habían contratado previamente a Lasa, Tirapu o Txurruka, otros futbolistas vascos que militaban en clubes de fuera del país. En Bilbo, Irureta vivió una temporada extraordinaria de la mano de Koldo Agirre. Fue «el año del casi». Los leones perdieron las finales de Copa y UEFA -en la que el irundarra marcó en la vuelta- y fueron terceros en Liga. En total, disputó más de un centenar de encuentros como rojiblanco y al concluir su carrera en 1980, se instaló en Getxo

Cuatro años después, tomó las riendas del desaparecido Sestao Sport. Los verdinegros, entonces en Segunda, contaban en sus filas con Valverde, Gonzalo Argiñano, Gorriaran, Primi o Mandiola. Junto a ellos, Jabo Irureta comenzó a hacerse un nombre como entrenador. En la campaña 86-87, el conjunto de Ezkerraldea estuvo a un paso de lograr el ascenso a Primera División en un histórico choque ante el Celta. El empate, en cambio, permitió ascender a los gallegos. Un partido recordado por el ambiente y la decisión de algunos hinchas del Sestao de acudir la noche anterior al hotel de los gallegos con el fin de quitarles el sueño.

Su primera experiencia en la máxima categoría fue con el Logroñés. Los resultados en el equipo riojano fueron dignos, pero las ansias de éxito del presidente Eguizabal motivaron su cese. De ahí, al Oviedo. El conjunto astur vivió los mejores años de su historia con Irureta en el banquillo y alcanzó la clasificación para la UEFA al final de la temporada 90-91. En 1993 dejó Oviedo y se enroló en el Racing. Bajo su dirección, los cántabros lograron su mejor posición liguera, octavos, hasta la llegada de Marcelino.

Su buen hacer le llevó a ser elegido por el candidato Arrate para sustituir a Heynckes en el Athletic. La campaña electoral, dura y crispada, dejó una evidente división entre la masa social rojiblanca e Irureta acabó siendo el principal pagano de la misma. Un mal inicio, con derrota en Chipre ante el Anorthosis incluida, motivaron las primeras y desmedidas críticas. El equipo, plagado de lesiones, se recuperó y pronto se instaló en los puestos europeos. Además, la afición vivió noches mágicas ante Newcastle y Parma.

A algunos no les bastaba. Así, desde señalados medios de comunicación se encargaron de arremeter constantemente contra su trabajo. Algo que minó su imagen ante la afición. Pancartas que comparaban al técnico con «Forrest Gump» o calificativos como «triste» fueron habituales. Con ese caldo de cultivo, dos derrotas seguidas ante Albacete y Sevilla, saldadas con pañoladas, terminaron con la dimisión de Irureta.

Su siguiente destino fue la Real, a la que sacó de problemas y estuvo cerca de meter en Europa. Logro que sí consiguió con el Celta, equipo al que metió por primera vez en su historia en UEFA. Aunque sus mayores éxitos llegaron en A Coruña. Al frente del Depor, Irureta supo hacer frente a un vestuario complicadísimo -llegó a ser agredido por Djalminha- y consiguió el título de Liga de 2000, la Copa de 2002 superando al centenario Real Madrid en el Bernabéu y llegar a las semis de la Champions en 2004. Una campaña después dejó Riazor y fue sustituido por Caparrós.

Su trayectoria posterior no ha sido tan brillante, ya que ha conocido etapas nada sencillas en el Betis y Zaragoza, dos plazas muy complicadas. En 2007 fue tentado por los candidatos a la presidencia del Athletic para ocupar la dirección deportiva, pero declinó las proposiciones. Dos años después, en cambio, acepta el reto de garantizar la estabilidad deportiva de un club que necesita que su particular «ecosistema» se altere lo menos posible. Además, el club ahora ya cuenta con una alternativa interna de prestigio en caso de un relevo en el banquillo del primer equipo.

 

El Athletic entra en la puja por hacerse con los servicios de xabi castillo

Cuando parecía que Xabi Castillo podía terminar en el Celtic, esta misma semana han sido dos equipos, Racing y Athletic, los que se han interesado en hacerse con el lateral izquierdo realista. Ni el equipo cántabro ni el rojiblanco parecen estar dispuestos a abonar los dos millones de euros en los que la entidad de Aperribay han tasado al de Durango, pero los txuriurdin tampoco aceptan el medio millón que ambos han ofrecido y la existencia de dos equipos interesados puede servirle para encarecer al jugador.

En Donostia no entienden que el Athletic ofrezca la mitad de dinero del que ofrecieron la pasada campaña por un jugador menos formado como Balentziaga, al que Caparrós no quiere en la primera plantilla, aunque el año pasado lo puso de titular. GARA

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