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El Tour en los pirineos

«Dejad que los vascos se acerquen a mí»

El entonces director del Tour, Jean Marie Leblanc, anunció en 2005 su objetivo de reducir la presencia de vascos y tomó la decisión de colocar las etapas de los pirineos entre semana. Logró su deseo y el Tour perdió. Ayer, entre otras reivindicaciones, trasmitió la suya el tourmalet: «Dejad que los vascos se acerquen a mí».

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Joseba ITURRIA

El Tour volvió a colocar la etapa más cercana de Euskal Herria en domingo y la afición vasca respondió como lo hacía tradicionalmente, hasta que Leblanc quiso acabar con una mosca con un cañonazo que golpeó a la línea de flotación del Tour, que necesita ser seguido por el mayor número de personas en la carretera y ofrecer espectáculo para que se vea por televisión.

En la etapa del Tourmalet más decepcionante de la historia, el único espectáculo lo puso la afición vasca. Desde el mismo momento en el que la carretera que baja del Aspin giraba hacia la izquierda, en Sainte Marie de Campan empezó el festival de camisetas naranjas e ikurrinas que llenaron de colorido y de ambiente los diecisiete kilómetros de ascensión del puerto más emblemático de Pirineos.

Y eso que la etapa no acababa en el Tourmalet, que tampoco se podía esperar mucho más de lo que pasó, porque colocar 70 kilómetros de llano y bajada después de su cima es una invitación a no atacar. Pero en una etapa que no iba a tener mayor trascendencia para la clasificación, la afluencia de público al Tourmalet fue muy superior, por ejemplo, a la del año pasado. También porque no había otro puerto para elegir, porque el Aspin no compite con el mito.

Y porque era domingo. Y no se registró ningún incidente. Los comentaristas de la televisión francesa son poco partidarios de las muestras de entusiasmo de la afición vasca. Ponen como ejemplo a la suya, que se sienta en su silla al borde de la carretera, recoge los regalos que lanzan desde la caravana publicitaria y cuando pasan los ciclistas se limita a aplaudirles tímidamente, muchos sin levantarse siquiera.

Esos comentaristas se escandalizaron en el 2005 por unos incidentes con un camión que no debieron registrarse y porque un aficionado vasco tuvo la torpeza o la desgracia de meterse en el camino de una moto. Por eso Leblanc quiso vaciar la carretera de vascos hasta que se les fue la mano y en años posteriores bajó la asistencia mucho.

No les agrada una forma de ser diferente, más apasionada, pero que respeta al ciclista, a los que se aplaude y anima. Ayer los comentaristas no realizaron ningún comentario negativo de los vascos y eso que en la parte final los aficionados apenas dejaban un pasillo estrecho para que pasaran los ciclistas. Pero eso forma parte del espectáculo.

Miles de Ikurrinas

Resultó espectacular. Fueron miles y miles, es difícil cuantificarlos, los vascos que se acercaron al Tourmalet y la mayoría de ellos portaban sus camisetas naranjas, sus ikurrinas y cantidad de pancartas que reivindican la vuelta de los presos políticos vascos a Euskal Herria y que a través del Tour encuentran el mejor escaparate para llegar a todo el mundo.

Y lo más importante es que no hubo el más mínimo problema por la masiva asistencia. Todo lo contrario. Fue la solución. ¿Qué hubiera sido, Jean Marie Leblanc, de la subida del Tourmalet de ayer si no llega a acudir ningún aficionado vasco?

El Tour no sólo volvió a ser el escaparate para mostrar una identidad de un pueblo, también para trasmitir sus reivindicación. A las pancartas de apoyo a los presos y a las pintadas habituales se sumó la también tradicional cita en el Tour con la reivindicación de la oficialidad de las selecciones vascas.

Satisfacción de ESAIT

Desde ESAIT, Mikel Uzkudun hizo una valoración muy positiva. La masiva afluencia de aficionados vascos motivó que tanto la fiesta del sábado tarde-noche como la marcha ciclista de ayer resultaran un éxito absoluto.

Así, en la carpa montada se acabaron todas las existencias en apenas dos horas el sábado y hubieran podido haber vendido hasta el doble del material que desplazaron. Eso sí, tuvieron que guardar agua y refrescos para los valientes que se decidieron a hacer frente a una ascensión que volvió a combinar fiesta, deporte y reivindicación.

Según los organizadores, la de ayer pudo ser la edición con más participantes y ese éxito tuvo un sabor especial para los miembros de ESAIT, que pasan momentos difíciles. Primero por la querella que la Fundación DENAES les ha interpuesto por los pitos al himno español de la final de Copa y por la reciente detención en Iruñea de su coordinador Martxel Toledo, cuando vendía material de la plataforma. Afortunadamente, quedó libre el viernes y no quiso faltar a la cita que él había preparado con mimo.

 

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