Maite SOROA
Las fiestas, según Ezkerra
Es sabido que a la fachenda le revientan las fiestas. Más si son populares, es decir, participativas, coloristas, plurales y no un tostón de toros, tertulias, cócteles de hotel y algún concierto como el de Manolo Escobar en Iruñea. Ayer, en «El Correo Español», Iñaki Ezkerra se rebelaba contra la designación de una comparsera bilbaina como txupinera por el mero hecho de ser hermana de un preso político vasco. Ni más ni menos, aunque quiera maquillarlo.
Decía Ezkerra (¡lo que tiene que sufrir este hombre cada vez que escribe su apellido!), «el problema de Sonia Polo, la txupinera bilbaína, que un año más nos quieren colar unas inquietantes comparsas que se erigen en depositarias de las esencias festivas pero que se representan sólo a sí mismas, no es que sea la hermana de un asesino sino que está muy orgullosa de serlo y que es una militante activa de los movimientos proetarras o paraetarras». O sea, no pero sí.
Y ahora empieza a marear: «El problema es que en las sociedades normales se elige para esas funciones a un personaje popular y querido por su simpatía, su carisma, su bonhomía, sus méritos o su labor en favor de la comunidad, alguien que representa unos valores consensuados. ¿Qué valores representa Sonia Polo? El problema no es que Sonia Polo acceda benevolentemente a no sacar la pancarta de la serpiente y el hacha cuando suelten las vaquillas o los fuegos artificiales sino que en su lugar debería haber alguien que represente algo bueno, como, por ejemplo, Paqui Hernández, la viuda del policía Eduardo Puelles, o como Carlos García, el joven y honesto concejal del PP que ha destapado esta premeditada politización y totalitarización del txupinazo bilbaíno». ¿De qué comparsa son?
Camino del disparate, se embala: «Las fiestas populares, como las vacaciones, son el derecho que una sociedad tiene a la evasión y a la celebración. Imponer a la Semana Grande de una ciudad una txupinera proetarra es algo tan lógico como obligarnos a cargar en el veraneo con un portero que sea concejal de ANV o un socorrista de piscinas que sea jarraitxu con el argumento de `por la paz un padrenuestro'. El cambio vasco es también enterrar ese peregrino argumento». O sea que los de ANV no pueden trabajar de porteros ni los jarraitxus ser socorristas. Ezkerra lo tiene claro.