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San Fermin 2009 Sale el sol por la mañana... ...y por la noche salgo yo

La primera, la penúltima

 

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Aritz INTXUSTA

Sí, hay gente en Iruñea que no le gustan, e incluso odia, los Sanfermines. Pero jamás lo dirán. «No, es que yo no he podido venir porque estaba de vacaciones. He aprovechado esta semanita, porque si no no puedo». ¿No, seguro? La clave es ver a dónde se van: Hondarribia, Zarautz, a la casita de Benidorm o, preferentemente, a pasar unos días en el pueblo. No, no se han ido de vacaciones. Han huido. Calma frente a tormenta.

Ayer regresaron. «Hemos venido a tomar un pintxo». «Jo, queríamos ver el ambiente y luego subiremos a cenar. Pero creo que será tranquilito, porque mañana ya tengo que volver a trabajar». Seguro que también van a ver los fuegos. Y ya está, punto. Lo justico para que el pañuelo no se les acartone en el armario, para que no digan que no salieron en San Fermín.

Vinieron contentos tras pasar «unos días estupendos y con un solazo espectacular». Eso seguro, Iruñea parecía ayer el desierto del Sáhara hasta que se echaron las nubes a eso de las seis de la tarde. El fin de semana fue una travesía por el Gobi.

Los que regresaron ayer llegan con ganas terribles de hablar, contar todo su apasionantísimo viaje y, de paso, enterarse de cómo demonios Iruñea ha quedado en ruinas, con lo mona y limpia que la habían dejado. Momento pintxo, que siempre invitan ellos. Porque está clarísimo que lo de la chocolatada en la peña La Única fue para los niños. ¿O no? ¿A quién le quedaba estómago? Mejor no hablar del hígado de nadie.

Para comer, buena opción la comilona popular de la calle San Lorenzo. Organizaban las peñas y sobre todo pegaba la sombra. El castigo celeste hizo tambalearse a más de un gudari sanferminero, que bebía mosto y refrescos a escondidas. El sol obró el milagro de mantener, durante las primeras horas de la tarde, vacía la Plaza del Castillo, que quedó únicamente custodiada por piesnegros dormidos.

A pesar de todo, y como siempre, todo cambió a eso de las cinco. El escenario, la Estafeta y las sedes de las peñas. Vuelta a los cubos con hielos, vuelta a la sangría y vuelta al tendido en la plaza de toros.

El sol dio paso a las nubes y un descanso mínimo al mercurio, que el domingo había alcanzado los los 35,8 grados. A pesar de todo, muchos optaron por encamarse hasta la noche. Otros, ni se levantaron. Para otros tantos, ayer supuso la retirada definitiva. Pero hay quien ve la luz al final del túnel. «Si levanto hoy, nadie me para en el encierro de la villavesa».

Al tajo pues, a las seis trikipoteo por Alde Zaharra con la peña Iruindarrok y después a bailar (o acompasar espasmos, después ya de tanto día) al ritmo de la elektrotxaranga antisistema. Eso sí, siempre a remojo, que todavía se mantenía el peligro de deshidratación por bochornazo.

Pero a pesar de todo, días como ayer se agradecen. Iruñea recuperó el tempo sanferminero tras el caos del fin de semana. Quienes pasaron de agobios e hibernaron estaban de nuevo al pie del cañón. Se podía ir de un lado a otro sin bronca y sin agobios. Esparcirse por la calle o por los bares. La cerveza ganaba por fin su batalla a la sangría.

A los que no les pasó la birra tenían la opción de sumarse al plan de los vecinos no sanfermineros (que en su derecho están) que regresaron ayer por la mañana: fuegos artificiales y, quizá, concierto de los Panchos en el Gayarre. Vaya fiestón.

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