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La tensión aumenta en Urumqi tras la muerte de dos uigures

Lejos de relajarse, la situación en Urumqi se tensó aún más ayer tras la muerte de dos uigures a manos de la Policía. Según la versión oficial, los agentes los interceptaron cuando intentaban agredir a una persona. Testigos afirmaron haber oído una decena de disparos y detonaciones. Efectivos militares acordonaron la zona e instaron a deslojarla. El Buró de Seguridad, por su parte, hizo públicas nuevas prohibiciones que incluyen gritar consignas y colocar carteles.

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El nivel de tensión era palpable en Urumqi después de que la Policía china matara ayer a dos uigures e hiriera a un tercero por ser «sospechosos de violar la ley». «Según las primeras informaciones, miembros de la seguridad pública que patrullaban la zona vieron a un grupo de tres infractores, presuntamente uigures, armados con largos cuchillos y bastones, que estaban persiguiendo a otro uigur. La Policía disparó y mató a dos sospechosos de violar la ley e hirió a otro en total legalidad», dijo en un comunicado la oficina de prensa del Gobierno.

Los hechos se produjeron en el barrio musulmán de Urumqi, cuando, según indicaron a la radio pública de Hong Kong RTHK varios testigos, un grupo de al menos tres uigures «atacó a los soldados con grandes cuchillos y entonces éstos les dispararon». «He escuchado lo que parecía una decena de disparos y después diez detonaciones más fuertes. Luego vimos a mucha gente correr», añadió un médico uigur que trabaja en la zona. Algunos transeúntes se lanzaron al suelo al oír los disparos, mientras que otros corrieron a refugiarse en sus casas o comercios, que ayer comenzaron a arreglar los desperfectos causados por los duros enfrentamientos de la última semana.

Testigos denunciaron también que uno de los policías alzó su fusil para golpear a un hombre que estaba tendido en el suelo y que presentaba una herida en la pierna derecha. Los agentes formaron un cordón alrededor suyo, apuntando sus armas a los edificios circundantes.

Cientos de policías y militares, armados con pistolas, escopetas, armas semiautomáticas y bayonetas caladas desplegaron inmediatamente un amplio cordón. Desde los vehículos blindados, ordenaron a los viandantes que desalojaran las calles e hicieron retroceder a unas 200 personas del gran mercado oriental. Además, patrullas de cinco o seis agentes recorrían la zona hombro con hombro.

El Buró de Seguridad Pública anunció ayer nuevas medidas restrictivas entre las que se incluye la prohibición de «gritar consignas, colgar carteles o repartir folletos». La orden exige a todos los ciudadanos que lleven su documento de identidad por si éste les es pedido. Advirtió de que cualquier persona que no lo tenga podrá ser detenida para su posterior interrogatorio.

Tampoco se podrá dar discursos en calles o lugares públicos, ni portar cuchillos y bastones.

«Las medidas se dictan para prevenir que un pequeño número de criminales que protagonizaron los disturbios y que siguen en libertad busquen venganza, y para proteger la seguridad de los ciudadanos y sus propiedades», señaló el Buró.

Lo que sí se podían ver eran carteles a favor de «la unidad de los grupos étnicos» y en contra de «la amenaza separatista». Camiones provistos de altavoces recorrían la capital regional de Xinjiang (Turkestán Oriental) llamando a «la cooperación ciudadana y la estabilidad social».

«muro de acero»

El fin de semana, Zhou Yongkang, uno de los nueve miembros del Politburó del Partido Comunista, a cargo de los asuntos de Policía y Justicia, pidió erigir «un muro de acero contra las fuerzas hostiles».

«China ha convertido a Turkestán Oriental en un lago de sangre»

Uno de los países más críticos con China por la muerte de uigures es paradógicamente Turquía, que mientras se niega a reconocer el genocidio cometido contra el pueblo armenio durante la Primera Guerra Mundial, protestó contra «la especie de genocidio» en Xijiang.

El domingo, las calles de Estambul acogieron una multitudinaria manifestación a favor de los uigures en la que el vicepresidente del Congreso Mundial Uigur denunció que «durante 60 años, China ha convertido el Turkestán Oriental en un lago de sangre. Nunca ha habido democracia». GARA

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