Crisis en Honduras
Zelaya se ve obligado a regresar a Nicaragua tras entrar en Honduras
Pese a la militarización de la frontera, el presidente depuesto Manuel Zelaya logró entrar en Honduras arropado por sus seguidores. A las horas, se vio obligado a regresar a Nicaragua
Ainara LERTXUNDI | DONOSTIA
Desde primeras horas del día, efectivos militares y policiales se desplegaron en las regiones fronterizas de Honduras para evitar el regreso del presidente depuesto Manuel Zelaya. Pero ni la militarización ordenada por el Gobierno golpista de Roberto Micheletti ni la imposición del toque de queda pudieron impedir su llegada tras recorrer los 315 kilómetros que separan la capital de Nicaragua, Managua, de Las Manos, ya en territorio hondureño. Miles de seguidores lo aguardaban allí al grito de «viva Honduras». En el lugar había un fuerte contingente militar con el que Zelaya intentaba dialogar, tal y como se vio en las imágenes retransmitidas en directo por Telesur.
Antes de iniciar «la gran marcha a la democracia», instó a los soldados a «defender la democracia, rechazar este golpe de Estado, y a salvar a las Fuerzas Armadas y a Honduras».
En declaraciones realizadas a los numerosos medios de comunicación que lo aguardaban en Las Manos junto a cientos de seguidores, afirmó que con su llegada «quiere dar un ejemplo de paz». «La democracia es un arma, un instrumento de los pueblos pobres. Con ella defendemos los derechos humanos, no nos la quiten por medio de las armas», exclamó mientras sostenía el teléfono móvil, que no dejaba de sonar.
Al pueblo hondureño le pidió que «no se rinda ante la represión porque estaríamos sacrificando nuestro futuro, entregando nuestros hijos a una cúpula fascista».
Destacó que su intención era hablar con el Estado Mayor del Ejército para intentar buscar una salida a la situación. «Si me asesinan, el problema se va a agravar. Quiero diálogo para mi país», reiteró. A las dos horas de su regreso, Zelaya volvió a Nicaragua alegando que «no quiere ser causa de violencia».
Un teniente coronel aseguró que tienen órdenes de detenerlo y que estaban dispuestos a hacerlo. En vísperas de su regreso, el Ejército le advirtió que no podía garantizar su seguridad.
Al mismo tiempo, en la localidad de El Paraíso se registraban duros enfrentamientos entre manifestantes y centenares de militares, que lanzaron gases lacrimógenos y emplearon fuego real. Al menos dos personas resultaron heridas de bala, una de ellas en el hombro y otra en una oreja. Testigos indicaron que, incluso, podría haber muertos. Helicópteros militares sobrevolaban la zona, mientras la gente intentaba resguardarse.
Los simpatizantes de Zelaya no lo tuvieron nada fácil para llegar a las zonas fronterizas, fuertemente blindadas.
Telesur informó que los agentes colocaron en la carretera bolsas de arena y otros obstáculos para que los vehículos no pudieran continuar. Los manifestantes optaron entonces por cruzar por las montañas aledañas. Zelaya resaltó este mismo hecho para evidenciar que «el pueblo está conmigo».
En paralelo, tres centrales sindicales mantenían por segundo día el paro en apoyo al presidente legítimo. El presidente de la Confederación Unitaria de Trabajadores de Honduras, Juan Barahona, calificó de «exitosa» la jornada. Varios puertos quedaron incomunicados y algunas de las carreteras que conducen a Tegucialpa permanecieron varias horas bloqueadas. Manifestantes tomaron el Hospital del Seguro Social, la sede del Instituto Nacional Agrario, del Instituto de Formación Profesional y de Energía Eléctrica.
Algunas escuelas suspendieron también las actividades en varios centros educativos en respuesta al llamamiento de la Federación de Organizaciones Magisteriales. Desde Honduras, el periodista Oswaldo Martínez relató a GARA que «tras 24 días, la resistencia es permanente. Es algo inédito en la historia del país. Estoy a una cuadra de una barricada colocada en pleno centro de San Pedro Sula, capital industrial del país. La resistencia es muy fuerte y organizada. Tenemos noticias de que la gente ha roto algunos retenes militares. Los bloqueos de carreteras empiezan a las 9.00 y no acaban hasta la noche Hay una lucha de clases decidida. Esto no hay quien lo detenga».
Consideró que «los golpistas nunca esperaron semejante reacción militante del pueblo. Se equivocaron en sus cálculos».
Martínez trabajó durante casi 20 años en Radio Progreso, emisora de los jesuitas. Es también asesor de las comunidades indígenas, coordinador de la Federación de Patronatos de Honduras y presidente del Colectivo de Periodistas Independientes.
La trigésima cumbre de Mercosur, celebrada en Asunción, expresó su «más enérgica condena» al golpe de Estado. El presidente paraguayo Fernando Lugo subrayó que «Honduras es una herida que sangra en la democracia regional».
Las FARC rechazaron el golpe de Estado de Honduras y criticó «la insípida condena de EEEUU, que no le salvará de la sospecha». Afirmó que «no vacilará en recurrir a los gorilas si con ello puede frenar el avance de las fuerzas progresistas».
La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, calificó de «imprudente» el regreso de Zelaya. En su opinión, «no contribuye a restablecer la democracia y el orden constitucional».