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CRÓNICA Visita al Dominio de Abadía

Cuando la geografía y la naturaleza envuelven a las leyendas

Aquí se pueden ver todo tipo de animales, como golondrinas, mariposas, serpientes o conejos. También hay `lamiak' pero hay que mirar bien porque sólo salen por la noche», explica Meritxell, la responsable de la visita guiada, imaginando el tamaño de esos personajes mitológicos. Alejandro, de 9 años, corrigió a la guía diciendo que las «lamiak» no son tan pequeñas, aunque tuvo que reconocer que él todavía no ha visto ninguna.

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Idoia ERASO

El Dominio de Abadía ha organizado varias visitas guiadas abiertas a todo el público esta semana. Durante el día de ayer varios hendaiarras aprovecharon la ocasión para conocer mejor la la naturaleza y la historia de esta zona natural protegida por el Conservatorio del Litoral. La geografía y la fauna de la cornisa entre Hendaia y Sokoa nos mostró ayer todos sus secretos. Las leyendas y los mitos compartieron el paisaje con una visión más científica del lugar.

Se trata de un área en la que, además de proteger a ciertas especies como es el caso de las cien variedades de manzanos, también se está intentando aumentar la biodiversidad. Para ello, por ejemplo, se combina la vegetación salvaje con las actividades humana. Así, hay un rebaño de ovejas que dispone de pasto allí, pero también se dejan los campos que crezcan naturalmente. Uno de los grandes problemas a los que se enfrentan los expertos del Conservatorio Litoral es el que provocan las plantas exóticas invasivas, que reducen el espacio de las autóctonas.

El flysch de la costa vasca -que se extiende desde la zona de Bilbao hasta Bidarte- es otro de los elementos característicos del dominio y es el que provoca que los acantilados de Hendaia se degraden continuamente. La alternancia de capas blandas y duras hace que esta geografía sea muy frágil.

Dos versiones muy diferentes

Las leyendas también acompañan a este espectacular paisaje, como es el caso de las dos rocas llamadas Gemelas que se encuentran al final de la playa de Hendaia. Según explicó Alejandro, el guía alternativo de la visita, se cuenta que Basajaun se encontraba en las Peñas de Aia cuando lanzó una roca para destruir Baiona, pero tropezó y el pedrusco cayó en este lugar partiéndose en dos.

La explicación científica vino de la mano de Meritxell, que informó de que se debía a la diferencia en la composición de las rocas, y que éstas al ser más duras que su entorno han resistido mejor las agresiones del viento y del agua. A pesar de ello, las Gemelas también están sucumbiendo ante las fuerzas de la naturaleza y, así, en unas fotografías de comienzos del siglo XX se puede apreciar que una de las rocas era considerablemente más grande que en la actualidad.

Debido a la continua caída de arena, piedras e incluso rocas, el Conservatorio del Litoral se ha visto obligado a poner un cartel sobre una de las Gemelas para advertir a los paseantes del peligro que conlleva acercarse tanto a esa roca como a los acantilados. También se ha cerrado uno de los caminos que recorren el dominio debido a su cercanía al barranco.

Esta situación se repite en la bahía de Loia, cala contigua a la playa. Allí también se ha colocado una señal informativa y, tal y como dijo la pequeña María, otra de las visitantes: «¡Los bañistas están al lado del barranco!». Efectivamente, allí se hallaban varias personas tomando el sol. Meritxell relató entonces su experiencia: «El otro día estuve andando por la bahía y se oían caer las piedrecitas desde lo alto. Cuando oye las piedras caer, la gente se da cuenta de que si ponemos esos carteles es porque hay un verdadero peligro».

La erosión también ofrece bellos resultados, como el que se puede ver en la pequeña isla que se encuentra en el centro de la bahía de Loia y que ha adquirido una forma animal. Gracias a Meritxell, los visitantes descubrieron que se trata de un diplodocus. «También tenemos dinosaurios en Abadía», comentó. Los más pequeños debatieron entonces el nombre que se le podría dar al reptil mesozoico, y finalmente decidieron que se llamaba Clément.

En lo alto del dominio, en el castillo de Abadía, también se pueden encontrar otro tipo de animales exóticos. Cocodrilos, elefantes o jirafas de piedra forman parte de la decoración del edificio. La leyenda cuenta que la madre de la esposa de Antoine de Abadía era bruja y que, como a su hija le gustaba mucho tocar el piano y le molestaban los ruidos que producían esos animales salvajes, elaboró una pócima que los convirtió en piedra.

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