Variaciones espectrales como zumbido de mosquito en plena orgía de sangría. Sigue la campaña de anuncios que nos ofrecen casi todas las soluciones para acabar con los insectos, roedores, cucarachas y otros visitantes veraniegos de casas veraniegas, chalets adosados o apartamentos con o sin vistas. Nos ofrecen armamentos con química o con física. A base de pastillas, aerosoles o a base de unos aparatos que emiten ondas sonoras. Una batería de posibilidades que siempre confluyen en una bronca en el hipermercado entre quienes están convencidos de los métodos clásicos y quienes apuestan por los avances armamentísticos. Por si acaso, tener en casa algo que alivie las picadas.

La ciencia se pone al servicio de lo cotidiano. Y una de las cosas que siempre hemos tenido como un misterio religioso-militar acaba de proporcionarnos una de las soluciones más importantes para la convivencia, la vida moderna y las relaciones entre los contribuyentes y los funcionarios en todas las situaciones posibles. Los cientos de miles de millones de pesetas que se utilizan en enviar naves espaciales no encontraban otra justificación que la de ensayos militares. Sí, claro, tenemos ahí arriba una serie de repetidores de nuestras comunicaciones por teléfono móvil, pero eso es un uso menor, la mayoría de la cacharrería que está por encima de nuestras cabezas se dedica al control, prevención, y, probablemente, ataque militar. De unos y otros. O de los unos que se vuelven otros.

Pues no. O no solamente eso. También se hacen experimentaciones fundamentales para nuestra existencia. Y ahora acabamos de descubrir en televisión que hay un astronauta japonés que está probando unos calzoncillos realizados en un material especial que absorbe los olores y, creo, algo más, y que se pueden llevar más de un mes sin necesidad de cambiarlos. No tomen lo anterior como un cachondeo, ni como algo totalmente confirmado, lo dieron en un noticiario de verano, al final, y uno está a esas alturas un poco agotado de declaraciones contundentes, pero por ahí va el asunto. ¿Se imaginan? Esto sí que es un gran paso para la humanidad. O para la parte más guarra de la misma. La solución.