Jon Odriozola Periodista
Fotos de presos
La policía arranca las fotos de los presos en las calles, algo que la gente nunca haría (y les jode), como también saben que el pueblo arrancaría de las calles las fotos de los militantes independentistas que todavía están libres, si las pusieranSi Freud asomara la testa y viera cómo las muy democráticas autoridades dan orden a sus lansquenetes de quitar las fotos de presos y presas de ETA en las plazas de pueblos y ciudades, lo llamaría infantilismo. Propio de gentes inmaduras y hebefrénicas (papá: ese niño no se deja pegar, jo). Recuérdese que, cuando los nazis incineraban los libros de Freud éste dijo: «Antes, la Inquisición, nos quemaba vivos; ahora, sólo los libros o en efigie» (aunque el poeta H. Heine, amigo de Marx, dijera algo similar mucho antes).
Se ha dicho, y es muy cierto, que no por eliminar las emulsiones fotográficas de los presos políticos en paredes y txoznas se oculta y emascula la peca de la realidad sociopolítica de este país. Y su conflicto. Esto, si no se es un tarado o un hipócrita, lo sabe hasta el que asó la manteca. Entonces, ¿a santo de qué tamaña impostura propia de críos maleducados? Les dan un juguete y pintan bastos que es la manera que tiene el fascismo de «hacer política»: palo y zanahoria, según los alisios y ábregos.
Detengámonos, un instante, en algún pormenor. ¿Alguien cree, sin ruborizarse, que si la mayoría del pueblo (incluido los indiferentes) viera en esos daguerrotipos a terroristas y asesinos no serían las propias «hordas» (que por eso nos tienen) quienes las arrancaran como herma de su estípite? No ha ocurrido eso. Por el contrario, tiene que ser el exarcado español en el País Vasco el que, una vez más eta beti bezala, at last but not least, porfíe en contra de los anhelos y aspiraciones de verdadera paz y justicia para este políticamente oprimido pueblo. No son ni siquiera políticos en fárfara: son fascistas con cara de conejo.
Obsérvese esto: las imágenes de los presos políticos que engalanan las ágoras de los pueblos son precisamente... eso: prisioneros políticos. Sófocles escribió «Antígona» sobre estos temas pero aquí manzanas traigo. Incluso les va bien a no pocos y hacen «carrera» vampirizando el sufrimiento de todas las partes. ¿O no...?
Se dice (Iñaki Anasagasti, verbigracia) que una sociedad (la vasca) que contempla impasible las caras de asesinos (de ETA, por supuesto) en las paredes de sus pueblos es una sociedad «enferma». Ahora va de bestia negra del Rey y no es más que otro, como Saramago, que obedece al sistema con la galiparla de la rebelión. Otro listillo. Pero, sin mencionar el lenguaje oficial «contraterrorista» que este camandulero (sí, véte al diccionario) hace suyo y que sabe sirve para lobotomizar las mentes más simples que fagocitan y regurgitan la bahorrina lingüística policial, Freud -vuelvo a él- lo tendría a él por «enfermo» pues ¿cómo es que en las hormak de los pueblos ¡no están los caretos de los terroristas más buscados por la policía y no los que ya están ya presos? Sólo los que están libres aparecen... ¡en las comisarías de policía o donde renuevas el DNI! La policía arranca las fotos de los presos en las calles, algo que la gente nunca haría (y les jode), como también saben que el pueblo arrancaría de las calles las fotos de los militantes independentistas que todavía están libres, si las pusieran.
Dichosos los pueblos que no necesitan héroes, decía B. Brecht. Señal de que habría justicia para este pueblo y le dejaran decidir lo que se le ponga...