Crónica | Fiesta en Anoeta
Un corazón que no cesa de bombear sangre blanquiazul
El azul del agua y el blanco de la espuma. Como si las olas que rompen en el Paseo Nuevo se hubieran salido de su espacio natural para tomar de manera festiva las calles de Donostia.
Imanol INTZIARTE
Una marea realista unida por un sentimiento que, durante un largo siglo, se ha ido transmitiendo generación tras generación. Porque su club no es el mejor, ni el más grande, ni el que más títulos acapara... pero es el suyo, con el que sufren y con el que se alegran, con el que se divierten y con el que se enfadan. Y esas sensaciones no se pueden cuantificar, no entienden de cifras ni de categorías.
«¿Pero eso no vale para cualquier equipo?», preguntaría algún aguafiestas. Pues sí, pero ayer era el día de la Real, así que déjanos disfrutar. De este modo, la hinchada blanquiazul recorrió en ruidosa kalejira la capital guipuzcoana, epicentro desde el que las ondas sísmicas se desplazan en muchos kilómetros a la redonda, donde se han celebrado los éxitos y, más pronto que tarde, donde se festejará el retorno a lo más alto. Siempre sin olvidar que la Real trasciende en mucho los límites de esta pequeña ciudad, llegando a los lugares más insospechados.
Esa enorme marea se unió con otra, igual o más grande, que aguardaba en las inmediaciones del Estadio -tampoco faltaron un buen número de seguidores merengues-, donde no faltaron numerosos atractivos: txarangas, la comparsa de gigantes y cabezudos, batucadas, talleres infantiles...
Pasaba un cuarto de hora de las 21.00 cuando, ya dentro del campo, comenzaba la presentación de la primera plantilla, incluido un Carlos Bueno que firmará -según anunciaron- mañana mismo. Las mayores ovaciones fueron para Prieto y Aranburu, dos de los iconos de esta joven y canterana plantilla.
Este acto dejó paso a la emisión de un vídeo con imágenes históricas que, lamentablemente, pasó con más pena que gloria debido al sonido con que fueron acompañadas. El gol de Zamora en Gijón no es lo mismo con una canción pop cualquiera que con la voz del difunto Josean Alkorta como fondo.
En ese lapso de tiempo habían saltado a calentar ambos equipos, lo que devino en una lluvia de flashes. Todo el mundo quería su propio recuerdo. No podía faltar la tamborrada, con la Marcha de San Sebastián como punto álgido. La temperatura ambiental fue creciendo con una emocionante entrada de la bandera del Centenario y la interpretación del himno compuesto para la ocasión. El lanzamiento de globos y un enorme mosaico pusieron fin a los aperitivos. El plato principal iba a comenzar.