Nueva Caledonia, un brasero que puede volver a inflamarse
Las aguas bajan revueltas en los territorios denominados por la Administración francesa de «ultramar», auténticos vestigios aún vigentes de la política neocolonial que sigue ejerciendo París, ahora bajo la batuta de Sarkozy. El proceder centralista y asimilador que transmite la propia denominación es fuente permanente de conflictos, como los que han tenido lugar estos días en Nueva Caledonia (Kanaky).
Arantxa MANTEROLA
El invierno pasado las Antillas y, más concretamente, las islas de Martinica y Guadalupe fueron escenario de grandes movilizaciones y huelgas que duraron meses y que sólo se suspendieron tras un acuerdo en el que el Gobierno se comprometía a revisar el sistema socio-político en su globalidad. Pero la crisis de este modo de relación político-jurídica alcanza también a otros territorios (Mayotte, la Guayana francesa...). El último capítulo, muy intenso por cierto, se está viviendo en Nueva Caledonia (Kanaky) estas últimas semanas.
Aunque actualmente la situación es de calma relativa, durante los últimos días de julio y la primera semana de agosto huelgas y movilizaciones convocadas por el sindicato independentista USTKE (Unión Sindical de los Trabajadores Kanak y de los Explotados) han estado al orden del día. Los violentos enfrentamientos han causado decenas de heridos, también entre las filas de los gendarmes.
La chispa que encendió el brasero fue un conflicto laboral originado por el despido de una empleada de la compañía aérea local Aircal en marzo pasado. La USTKE, segunda organización sindical de la isla, disconforme con la falta profesional que se imputaba a la empleada, intervino para que ésta fuese readmitida. Además de una cuestión laboral, el sindicato estimaba que la decisión empresarial atacaba el modo de funcionar tradicional local.
Sindicalistas encarcelados
El conflicto se disparó cuando el 28 de mayo una delegación de la USTKE en la que participaba el propio presidente del sindicato, Gérard Jodar, se presentó en el aeródromo de Magenta para realizar una rueda de prensa sobre el tema y los gendarmes cargaron con gran virulencia.
Los sindicalistas se refugiaron en un avión estacionado y fueron posteriormente detenidos. Acusados al principio de sabotaje y de haber colocado una bomba en el aparato y, finalmente, de «obstaculizar la circulación de aeronaves», Jodar fue condenado a un año de cárcel y otros seis sindicalistas, a penas de entre 4 y 12 meses de prisión. La petición de su puesta en libertad hasta que se examinara el recurso fue desatendida y los sindicalistas permanecen desde entonces encarcelados.
Los ánimos se encresparon aún más cuando la compañía aérea, presidida por Nidoish Naisseline, electo provincial y Gran Jefe de la isla de Maré, que readmitió provisionalmente a la empleada tras la intervención de la Dirección de Trabajo, incumplió lo acordado, lo que provocó nuevas movilizaciones que derivaron en huelga general.
El movimiento de protesta se agudizó el 28 de julio por la visita del ministro de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, y de la secretaria de Estado para Ultramar, Marie-Luce Penchard, con motivo de la cumbre Francia-Oceanía en Numea. Los incidentes, bloqueos de empresas, en particular al norte de la capital, y los enfrentamientos se sucedieron durante días con un saldo global de decenas de heridos.
La situación se hizo tan insostenible que el propio presidente del Gobierno de Nueva Caledonia, el derechista y unionista Philippe Gomes, intervino. «El enfrentamiento se ha convertido en extremadamente peligroso, sobre todo con la incorporación al movimiento de protesta de las capas jóvenes de la población» señaló, manifestando que no podía quedarse esperando a «que se produjeran muertes».
Gomes conminó a una nueva negociación entre Aircal y la USTKE, que el 7 de agosto concluía con un protocolo de acuerdo y con la desconvocatoria de la huelga general.
La movilización continúa
Aunque la tensión ha disminuido notablemente, las movilizaciones continúan. La vicepresidenta de la USTKE, Marie-Pierre Goyetche, ya anunció la intención del sindicato de mantenerlas hasta que sus «compañeros sindicalistas sean liberados» y subrayó las innumerables manifestaciones de solidaridad que está recibiendo... «Los verdaderos independentistas se identifican con nuestras reivindicaciones, porque no se puede llevar a la gente a prisión por acciones sindicales», subrayó.
De hecho, hay una gran marcha convocada por el Colectivo para la liberación de Jodar y los otros sindicalistas, compuesto además de por el sindicato independentista por electos del FLNKS, el comité autóctono Rheebu Nuu y asociaciones de jóvenes, para el próximo sábado, justo tres días antes de que se examine el recurso interpuesto en contra la sentencia condenatoria de los tribunales.
Los sindicalistas de la USTKE han recibido numerosas muestras de apoyo, también desde el continente. Así, los sindicatos CGT y Conféderation Paysanne, el eurodiputado de Europe-Ecologie José Bové y el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) han denunciado la «brutal represión» y el «ataque contra la libertad sindical».
Desde las Jornadas Internacionales de Corti, organizadas la semana pasada por Corsica Libera, diferentes fuerzas sindicales, entre ellas LAB, han manifestado, asimismo, su solidaridad con los sindicalistas encarcelados y exigido su inmediata puesta en libertad, al tiempo que denuncian las «prácticas colonialistas del Estado francés que favorecen a capitalistas y explotadores».
También Batasuna se ha adherido a la protesta por el encarcelamiento de los sindicalistas. Considera que la respuesta del Estado francés ha sido, «una vez más, desmedida». La formación abertzale recuerda que la USTKE «ha dado prueba en la historia de la isla de un compromiso total en la búsqueda de soluciones sociales y políticas en el conflicto engendrado por la colonización del Estado francés», al que acusa de «buscar el debilitamiento» del movimiento independentista kanak.
Batasuna insiste en que «tanto en Euskal Herria como en Kanaky, la solución final pasará por la consulta al pueblo que podrá así elegir entre todas las opciones, incluida la de la independencia».
Los sectores políticos y sindicales de la isla y, por supuesto, París están a la espera de la decisión del tribunal que puede, ciertamente, apagar o reiniciar el brasero kanak.
El archipiélago de Nueva Caledonia se encuentra en el océano Pacífico entre Australia y Nueva Zelanda. Es un territorio bajo administración francesa, a 20.000 kilómetros de la «metrópoli», en el que conviven la población autóctona (kanaky), y las provenientes de la metrópoli francesa, de Asia o de Polinesia, en total unos 245.000 habitantes, de los que más de la mitad viven en la aglomeración de la capital, Numea.
Es una región muy rica en recursos minerales (posee el 25% del níquel mundial) y bastante dinámica económicamente. Proclamada «colonia francesa» en 1853, tras la II Guerra Mundial, París la reconvierte en «territorio de ultramar». En la década de los 80, las tensiones entre independentistas «kanaky» y unionistas «caldoches» dieron lugar a graves enfrentamientos que finalizaron con los Acuerdos de Matignon, corroborados por la población francesa en el referéndum del 6 de noviembre de 1988 y que iniciaron un proceso de emancipación de las islas.
Desde 1998, tras los acuerdos de Numea, el archipiélago posee un estatuto particular por el que se le han transferido competencias políticas, salvo en los ámbitos de defensa, moneda, seguridad y justicia. Tras un proceso de diez años, los acuerdos prevén un referéndum de autodeterminación que debería, en principio, celebrarse entre 2014 y 2019. En él se dirimirá si el archipiélago opta por la independencia o por seguir formando parte de la República.
Además de por sus recursos económicos, (turismo, minas...) Nueva Caledonia presenta por su ubicación un indudable interés geoestratégico para el Estado francés. Prueba de ello es el convenio sobre defensa renovado con Australia que acaba de entrar en vigor el 7 de julio pasado donde se fijan las modalidades de colaboración entre los dos países. El convenio permitirá, entre otros, que los navíos australianos en misión en la zona dispongan de un puerto de atraque y de apoyo logístico en Nueva Caledonia. A. M.
El 12 de agosto una «marcha ciudadana» impulsada por empresarios que invitaron a la población a sumarse a su iniciativa para «expresar su voluntad de seguir construyendo juntos un destino común sin violencias» congregó a miles de personas en Numea. Los organizadores habían recomendado a sus colegas empresarios que no descontaran el sueldo de los trabajadores que participasen en la marcha.
Miembros del FLNKS (Frente Socialista de Liberación Nacional Kanak) han respondido con un comunicado en el que, aunque califican la iniciativa como «respetable», critican que la propuesta que en similar sentido lanzaron ellos mismos para conmemorar los Acuerdos de Matignon el 26 de junio pasado, no fuese retenida bajo el pretexto de «falta de tiempo» suficiente. El Frente considera que una «iniciativa sincera no se plantea en reacción a otra cosa» y que la «tan perseguida paz se construye primeramente sobre relaciones sosegadas y no sobre divergencias azuzadas» lo que, en su opinión, no es el caso cuando se convoca «una movilización financiada por el Gobierno sólo unos días después de tres meses de agitación». «El destino común exige ser construido en una coexistencia escogida y aceptada y es un compromiso capital que no puede ser utilizado como coartada», concluye el comunicado. A. M.