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CRíTICA cine

«Exorcismo en Connecticut»

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Koldo LANDALUZE

En el subgénero de las casas habitadas cohabitan dos elementos que lo hacen atractivo para el espectador: por un lado, el espectador se convierte en voyeur o testigo de excepción de una serie de conductas domésticas y familiares reconocibles que saltan en pedazos cuando entra a escena el segundo elemento, lo fantástico.

Un vaso que se mueve, unas sombra furtiva que cruza el pasillo o puertas que se cierran repentinamente, tienden a ser interpretados como testimonio de que algo cohabita junto a nosotros y que pretende dañar nuestro concepto de unidad familiar. Es entonces cuando desestimamos la coherencia de la lógica y el raciocinio y delegamos en el capricho de lo improbable los razonamientos que deben dar respuesta «lógica» a lo que ocurre a nuestro alrededor y que, para colmo de males, tiene toda la culpa de que nuestra rutina cotidiana se esté resquebrajando.

Mucho de todo ello puede encontrarse en esta casa que engrosa la ya larga lista de residencias encantadas edificadas en los territorios de los fantástico.
En este su debut, Peter Cornwell consigue en su arranque un buen equilibrio entre lo cotidiano y lo paranormal. Desglosa con acierto las diversas personalidades de una familia que, debido al tratamiento contra el cáncer al que debe someterse su hijo, se traslada a una casa que oculta un terrible secreto. Progresivamente, la angustia se apodera de los habitantes y se manifiesta con sucesos espectrales que dinamitarán su ya de por sí frágil armonía.

En esta primera parte de “Exorcismo en Connecticut”, Cornwell encuentra un buen detonante dramático que, progresivamente, deriva hacia un buen puñado de sobresaltos convencionales perfectamente maquillados mediante una atmósfera insana muy lograda y unas interpretaciones convincentes.

Pero, cruzado el umbral de la coherencia, el filme se vuelve reiterativo y culmina en una traca espectral un tanto descontrolada y excesiva. La escena de la sesión de espiritismo se convierte en la escena cumbre de este producto de entretenimiento al que le sobra su sospechoso reclamo publicitario de “Basado en un suceso real”.

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