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Campeonatos del mundo de atletismo - Berlín'2009

Bolt reabre el debate sobre la última frontera

Con sus impresionantes 9.58 en los 100 metros, Usain Bolt ha conseguido captar la atención de los profanos y asombrar a los expertos. Sus predecesores no dan crédito a su actuación en el Mundial de Berlín, mientras el jamaicano aprovecha y se divierte hasta en el podio. El Rayo no descansa, hoy comienza su asalto a los 200 metros.

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Miren SÁENZ

Sólo lleva dos años corriendo los 100 metros y ha llevado la prueba hasta límites insospechados. La carrera más mediática del atletismo, un deporte necesitado de este tipo de noticias para captar la atención del público, ha dado con un filón. El jamaicano ya había agotado los adjetivos tras su triple gesta olímpica en los Juegos de Beijing'2008 y ahora ha conseguido despertar el interés incluso de los menos aficionados con esos 9.58, que no sólo no parecen de este siglo, tampoco parecen de este mundo. Si los profanos alucinan, los aficionados se frotan las manos.

Si a alguien se le puede aplicar en estos tiempos el calificativo de marciano es a Bolt, aunque su apodo de Relámpago describe con precisión a ese muchacho capaz de paralizar ante la televisión incluso a los espectadores menos sensibilizados con el deporte, convertirse en tema de conversación de taberna y dar alas a esos estudios científicos dedicados a analizar donde está el límite. En Beijing, pese a relajarse en los últimos metros, fue capaz de concluir en 9.69, ahora la segunda mejor marca de todos los tiempos. Aquello dio pie a todo tipo de especulaciones. ¿Qué hubiera pasado si en lugar de dejarse ir hubiera apretado al máximo?

Entonces se le atribuyó una posible marca de 9.55. Ahora vuelven los cálculos pero la última frontera establecida por físicos o matemáticos abarca entre los 9.26 de los más optimistas a los 9.48, aunque el propio Bolt se ha posicionado en torno a los 9.40. Rebaja las plusmarcas a mordiscos y eso le hace impredecible. Acostumbrados al cuentagotas, a mejoras de una, dos o tres centésimas -Maurice Greene se lo quitó a Donovan Bailey por cinco- once centésimas suenan a delirio. A eso se le llama progreso y eso que el viento no alcanzó el límite de lo permitido y sopló 0,9 metros por segundo.

Ahora que Bolt ha mejorado su salida, la fase más peliaguda atendiendo a sus medidas (1,96 de altura y 86 kilos de peso), se plantearán nuevos interrogantes. Acreditó un tiempo de reacción de 140 milésimas, frente a los 165 de la actuación que le deparó su anterior plusmarca en El Nido. Superado su punto vulnerable, el estudio biomecánico elaborado por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) revela que Bolt en Berlín fue el más rápido de los ocho finalistas en todos los parciales de 20 metros.

Su velocidad de crucero

Esta vez no se le resistió ni siquiera el primer parcial. El chico de Trelawny madrugó desde la salida, corrió a una media de 37,58 kilómetros por hora y alcanzó una velocidad punta de 44,72 kms/h entre los 60 y 80 metros. Después se relajó ligeramente. O sea que volveremos a hablar del tiempo, de qué marca podría firmar con el límite del viento a favor, o en altura, de las ventajas técnicas, la biomecánica, la genética o la capacidad mental.

Hay otras preguntas, como las que ha lanzado la prensa alemana que no ha escatimado en sospechas. «9,58: así, sin más» tituló ayer el "Berliner Zeitung" que ve en el «récord mundial de fábula una obra casi demoníaca. ¿Asombra al mundo o se burla de él», pregunta el diario, que sostiene que en los últimos días se han llegado a escribir libros enteros sobre el rendimiento del ídolo.

«¿Somos ahora más listos? ¿Hay alguien que sepa ahora más sobre los secretos de su grupo de entrenamiento? No, y eso que desde Beijing ha habido centurias de periodistas en Jamaica. En un año no se ha alcanzado más certeza sobre Bolt, ni a favor ni en contra», insiste el rotativo. El "Tagesspiegel" también le cuestiona: «`Es un gran momento de la historia', dice Bolt. ¿Pero fue tan sólo su propio talento y entrenamiento el que le ha llevado hasta allí?», se pregunta también este periódico. El sensacionalista "Bild" le califica de hombre-cohete y añade una coletilla: «El mundo observa con asombro a este mega-corredor, siempre con la esperanza de que todo lo que está rindiendo sea fruto de la legalidad».

Mientras, los integrantes de la anterior generación de grandes velocistas no dan crédito. El trinitense Ato Boldon menciona a sus predecesores antes de sentenciar sonriente: «Pero no hemos visto nada similar. Aún estoy intentando asimilarlo en la cabeza». El ex recordman Mo Greene, que como Bolt fue campeón olímpico, mundial y aficionado al show de celebración, resalta su naturalidad y sencillez. Estos ya le han adjudicado el título de mejor velocista de la historia, un deportista enorme comparable al nadador Michael Phelps o al golfista Tiger Woods.

Cómo ellos, Bolt va engordando su cuenta corriente. A Tiger Woods se le atribuyen ganancias de 100 millones de dólares al año, mientras que ídolos del atletismo como Carl Lewis o Michael Johnson y la luego defenestrada Marion Jones llegaron a embolsarse entre cinco y siete millones en los momentos álgidos. El Rayo cobra 250.000 dólares por reunión, sus patrocinadores le aportan cerca de cinco millones anuales y su triunfo con récord le ha supuesto otros 160.000 el primer día. El jueves, en los 200 metros, cuyas primeras rondas inicia hoy, puede lloverle otro premio similar. Esta era su prueba hasta que decidió ampliar su recorrido en los 100. El récord también es suyo y es magnífico. Con él nunca se sabe.

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