La moción aprobada el 22 de junio por Nafarroa Bai, la izquierda abertzale y PSN tenía tintes históricos, porque anticipaba una reprobación de la alcaldesa de Iruñea, Yolanda Barcina, por su empecinamiento en mantener en el cargo al polémico jefe de la Policía Municipal de Iruñea, Simón Santamaría. Políticamente, esa reprobación se entendía prácticamente como una moción de censura. Sin embargo, todo ha quedado en agua de borrajas, como ya anticipó en su día la izquierda abertzale. Pese a que Barcina ha incumplido la moción y sostiene a Santamaría, el PSN no irá más allá e incumplirá su palabra.

A un día de que concluyera el plazo, así lo confirmó la portavoz municipal del PSN, Maite Esporrín. Tras aquel encontronazo producido en junio, UPN y PSN recondujeron sus relaciones y lo escenificaron en la concesión del lanzamiento del chupinazo sanferminero a Esporrín por parte de Barcina. Ayer, la representante del PSN admitió que su grupo «probablemente» no pedirá que se ejecute el mandato del Pleno.

Esporrín alegó en rueda de prensa que, antes de Sanfermines, su grupo propuso a UPN abrir una negociación sobre el modelo policial de la ciudad y que el grupo mayoritario aceptó la iniciativa. La gestión de Santamaría ha sido muy cuestionada por distintos sectores políticos y ha provocado una intensa crispación social.

Esporrín dijo que el PSN está elaborando un documento de bases, que se presentará en el mes de septiembre, y que entonces se abrirá una negociación entre su grupo y UPN. Añadió que posteriormente baraja- rían abrir «un consenso más amplio», en alusión a un eventual apoyo de Nafarroa Bai.

«Evidentemente solicitamos el cese -dijo Esporrín- porque no estábamos de acuerdo con algunas de las actuaciones de la Policía Municipal y con el modelo policial». Pero matizó que si el modelo se modifica «también nosotros cambiaremos la propuesta presentada».

Uña y carne

La alcaldesa de UPN no tardó mucho tiempo en dejar claro que incumpliría la moción. Al día siguiente de aprobarse, explicó que no tenía ninguna intención de relevar a Simón Santamaría.

La primera edil iruindarra ha convertido al cuestionado jefe de la Policía Municipal en el instrumento para ejecutar su política contra los movimentos sociales críticos de la ciudad, a través de una polémita ordenanza, constantes multas, cargas contra actos como Olentzeros y fiestas de barrios o derribo del gaztetxe Euskal Jai.