Las consignas del sentido común
La Ertzaintza cargó ayer contra los familiares de presos que desde hace años se vienen concentrando cada viernes frente a Sabin Etxea, en Bilbo. Después de que el autobús que lleva a algunos de esos familiares a las cárceles de Andalucía partiera rumbo sur, los policías arremetieron contra los allí presentes, deteniendo a una persona y enviando a la madre de un preso al hospital. Éstos ni siquiera portaban las fotos de sus allegados, tan sólo una pancarta con el lema «errepresaliatu guztiak etxera».
Es posible que, desde el profundo desconocimiento y la escandalosa parcialidad instaurada en Madrid sobre la realidad vasca, un juez crea que la crítica a la política de dispersión es simplemente una «consigna de ETA y Ekin». Así lo afirma el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, quien a comienzos de la semana imputó a varios hosteleros por «enaltecimiento del terrorismo» con ese argumento. Pero incluso alguien mal informado, que no recibe otra versión que la que reflejan informes policiales con pocos datos y muchas especulaciones, debería poder discernir cosas tan sencillas como que un padre portando un retrato de su hija condenada a una cadena perpetua encubierta y cumpliendo su condena en una cárcel a más de mil kilómetros en condiciones inhumanas no responde a otra consigna que a las de su propia conciencia y dignidad. De hecho, esa realidad tampoco puede ocultar que en Euskal Herria miles de personas consideran a esos reos presos políticos que luchan por unos ideales legítimos. Incluso entre quienes no comparten sus objetivos o sus métodos.
La cuestión ahora es que si los jueces y políticos españoles equiparan pintar clandestinamente lemas a favor de ETA y manifestarse públicamente por los derechos de los presos, lo único que están haciendo es colocar la barricada de la disidencia vasca más allá de la base social del PNV. Esa equiparación establecida en la doctrina de «todo es ETA» se enfrenta incluso a la percepción de la realidad que tiene la mayoría de los votantes del PSOE en Euskal Herria. A pesar del beligerante discurso de los políticos y las extrambóticas sentencias de los jueces, el sentido común prevalece en la sociedad vasca.