Como de lo que se trata es de no politizar las fiestas, los hombres de Rudolf irrumpieron en las txosnas de Bilbo, incautaron unas cuantas fotografías e imputaron graves delitos a una veintena de comparseros. Una hazaña, sin duda.

Como el disparate, para alcanzar la cima del despropósito, precisa de propagandistas que exalten las virtudes del disparatado héroe, Manu Montero, ex rector de la UPV, aparecía ayer en «El Correo Español» cual alborozado juglar de Ares y compañía.

Según Montero, ya era hora de aplicar la mano dura, porque «cualquiera que pasease por la zona de txoznas en Bilbao -territorio comanche-, pongamos por ejemplo, convivía con la apología del terror». Pues yo he paseado a base de bien por ahí y sólo vi fotos y carteles en los que se reclamaba el fin de la dispersión. También lo hizo el Parlamento vasco. ¿Entrarán a saco los de Rudolf para incautar las actas parlamentarias?

A Montero se le ve crispado, obsesionado tal vez, por la naturalidad con que la sociedad vasca acepta esas reivindicaciones, y trata de deformarlas. Así, pedir la puesta en libertad de los presos enfermos o que han cumplido condena es «ofender a las víctimas» y reclamar el fin de la dispersión, «glorificar a los asesinos». Se lo saca de la chistera y sigue alabando el disparate.

Pero, casi sin quererlo, desnuda el fondo de resentimiento sobre el que construye el artículo: «Lo chocante es que esta hegemonía lúdica la consiguió HB, y la mantuvo, sin que nadie se la disputara seriamente. Lograron la victoria sin tener que librar batalla. Fue, también, una rendición colectiva: el uso de la violencia con el apoyo de grupos coactivos sirve como instrumento de ordenación social. De ahí que se integraran en los programas festivos manifestaciones batasunas, despliegues de propaganda terrorista, días de apología a ETA. Como si fuera lo más normal». Pregunte Montero a la gente fuera de los salones y cafeterías del Ercilla y verá por qué.

Pero es más cómodo seguir sobre la moqueta y aplaudir al señorito: «resulta importantísimo que el Gobierno vasco combata la ocupación filoterrorista de las fiestas. Para que al menos nuestros jóvenes no se acostumbren a divertirse mientras les mira la fotografía de un asesino glorificado como libertador y como mártir». Están fuera de la realidad. Al menos de la vasca.