Los partidos chiíes en el poder y varias de las coordinadoras más importantes de la resistencia iraquí se imputaron recíprocamente la responsabilidad de la serie de atentados que dejó un saldo de 101 muertos el miércoles en Bagdad, lo que da una idea del alcance de la fractura entre las dos principales comunidades iraquíes provocada por la invasión y posterior ocupación del país árabe.

En un cruce de comunicados, estas organizaciones se acusan de intentar relanzar la violencia confesional que ensangrentó Irak (2006-2007), de estar sostenidos por países extranjeros -por Arabia Saudí en el caso de los suníes e Irán en el de los chiíes- y apelan a las comunidad internacional a que ponga freno a esos «crímenes».

Tanto el primer ministro, Nuri al-Maliki, como sus aliados de la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII) coincidieron en apuntar directamente a los baasistas y a los takfiris (islamistas rigoristas suníes) de intentar con estos ataques atizar la ira interconfesional e instaron a la comunidad internacional a considerarlos como «actos de genocidio».

La mano de Riad

Un diputado próximo al primer ministro, Sami al-Askari, no dudó en acusar directamente a Arabia Saudí de ayudar a los autores de los atentados. «Ese país trata de destruir la seguridad de Irán apoyando a los insurgentes», aseguró sin tapujos.

La resistencia suní no vinculada a la órbita de Al Qaeda replicó asegurando que hay que buscar a los culpables en el seno de la coalición gubernamental y sus luchas intestinas.

Luchas internas

«El Ejército Islámico de Irak condena todos los ataques que tienen como objetivo a inocentes. Acusamos a las fuerzas de ocupación, a los gobiernos y a los partidos políticos (chiíes), cuyas milicias luchan entre ellas, de haber perpetrado estos ataques», asegura la organización en un comunicado.

Creada en 2003 por antiguos baasistas y militares, esta organización, cercana a los Hermanos Musulmanes y hostil a Al Qaeda, es considerada una de las más importantes coaliciones de la resistencia armada.

Los baasistas del Frente Nacional Patriótico Islámico de Irak tildaron de ridículas las acusaciones del Gobierno. «Condenamos estos sangrientos atentados. Irak se ha convertido en un escenario en el que las facciones luchan por razones confesionales y personales, al servicio de intereses extranjeros y contra los iraquíes». El comunicado pide a la comunidad internacional que intervenga para detener estos «crímenes contra la humanidad».