ANÁLISIS OFERTA DE PAZ DEL LÍDER KURDO, ABDULLAH OCALAN
Esperanzas y miedos
Txente REKONDO I Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)
El 15 de agosto se cumplían 25 años de la primera acción armada del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y ese aniversario llega marcado por distintos movimientos en torno al llamado conflicto kurdo.
Las medidas represivas de todo tipo (guerra sucia, ofensivas militares contra la población, ilegalización de organizaciones políticas, encarcelamiento de dirigentes…) no han cesado por parte turca en estos años. Todo ello aderezado con la maniquea maquinaria propagandística del Estado turco.
Los dirigentes kurdos ya habían apuntado a la necesidad de entablar un diálogo entre su dirigente en prisión, Abdullah Ocalan, y Turquía. Han ofrecido además varias alternativas para una interlocución para superar los posibles vetos turcos, desde los dirigentes del PKK en libertad, los electos kurdos del DTP e incluso la sociedad civil». En definitiva, los representantes kurdos han reiterad «la imperiosa necesidad de entablar conversaciones como única salida al conflicto armado que dura tantos años.
En este contexto, el Gobierno turco ha puesto en marcha su «propuesta kurda», una iniciativa destinada a afrontar el tema de una manera, al parecer, radicalmente diferente al pasado. La expectación generada puede verse incrementada con los pasos que anuncien los dirigentes kurdos.
La propuesta gubernamental recoge dos elementos importantes. Por un lado, busca incluir a todos los actores para asegurar que el proceso no sea saboteado, al tiempo que remarca que es el propio Estado, y no un partido político (AKP), el que lidera la propuesta. El segundo paso sería presentar una hoja de ruta que genere amplio consenso de cara a afrontar las negociaciones.
El gobierno se ha reunido con empresarios (que apoyan la propuesta siempre que no sobrepase «las líneas rojas»), periodistas, partidos políticos, representantes kurdos, ONGs…Además, ha recogido el apoyo de intelectuales «para resolver el conflicto a través de medidas pacíficas y democráticas». Por su parte, lo todopoderosos militares turcos, y a pesar de sus reservas históricas, han reconocido recientemente que el conflicto «no se acabará únicamente con medidas militares, sino que son necesarias otras de carácter político, económico o social».
Los obstáculos, de prosperar la iniciativa, van a ser numerosos. Por un lado están los partidos de la oposición, que de momento se han posicionado en contra, buscando obtener réditos políticos. Desde el conservador MHP se acusa de traición al Gobierno y amenazan con echarse al monte. Por su parte, el «socialdemócrata» CHP, y a pesar de su rechazo público, parece que se toma la misma muy en serio, y según algunas fuentes locales estaría preparando su propia propuesta que haría pública en los próximos días.
Uno de los principales obstáculos que deberá superar cualquier iniciativa dialogada es la propia mentalidad turca, una barrera que durante años ha sido moldeada y manipulada por los dirigentes turcos y que no será nada fácil que cambie en poco tiempo, y sobre todo el «miedo a la democracia» de algunas formaciones políticas del sistema.
Tampoco podemos olvidar el papel que juegan los dirigentes actuales del sur del Kurdistán, cómodos en su papel de administradores autonómicos, pero temerosos de las consecuencias que un cambio en la situación del norte podría tener en su propio entorno. En las recientes elecciones autonómicas se ha visto cómo el descontento hacia esa estructura corrupta crece, y también la respuesta de ésta, prohibiendo participar al Partido de la Solución democrática del Kurdistán (PCDK), que junto al PKK del norte, el PJAK del este y el PYD del oeste, conforman la Confederación Democrática del Kurdistán (KCK).
Uno de los asuntos clave es asegurar la participación política para los representantes kurdos, como paso para que las demandas de libertades, derechos políticos y culturales se puedan plasmar. Un profesor universitario turco ha advertido del peligro que supone que la población «no pueda expresar su demandas a través de la acción política», y que intentar «acallar o silenciar las mismas no quiere decir que éstas no existan».
Evidentemente, esta iniciativa no es la solución por sí misma, pero en estos momentos se podría estar poniendo las bases para «discutir y comprender» la situación, y se crean al mismo tiempo los ejes para posteriormente «centrarse en las soluciones».
Es pronto para anticipar el desenlace final. Lo que se antoja esencial es que el dialogo puede haber comenzado, y que mientras continúe se abordarán temas como el desarme, la liberación de los presos, la reconciliación…pero sobre todo se deberá hacer frente a las demandas de libertad y derechos del pueblo kurdo. En esa coyuntura las reformas legales y constitucionales que el Estado turco deberá abordar son claves.
La esperanza aumenta mientras en algunos sectores crecen los temores. La solución dialogada al conflicto debería impulsar a la primera sobre los segundos.
Los dirigentes kurdos ya habían apuntado a la necesidad de entablar un diálogo entre su dirigente en prisión, Abdullah Ocalan, y Turquía. Han ofrecido además varias alternativas para una interlocución para superar los posibles vetos turcos, desde los dirigentes del PKK en libertad, los electos kurdos del DTP e incluso la sociedad civil». En definitiva, los representantes kurdos han reiterad «la imperiosa necesidad de entablar conversaciones como única salida al conflicto armado que dura tantos años.
En este contexto, el Gobierno turco ha puesto en marcha su «propuesta kurda», una iniciativa destinada a afrontar el tema de una manera, al parecer, radicalmente diferente al pasado. La expectación generada puede verse incrementada con los pasos que anuncien los dirigentes kurdos.
La propuesta gubernamental recoge dos elementos importantes. Por un lado, busca incluir a todos los actores para asegurar que el proceso no sea saboteado, al tiempo que remarca que es el propio Estado, y no un partido político (AKP), el que lidera la propuesta. El segundo paso sería presentar una hoja de ruta que genere amplio consenso de cara a afrontar las negociaciones.
El gobierno se ha reunido con empresarios (que apoyan la propuesta siempre que no sobrepase «las líneas rojas»), periodistas, partidos políticos, representantes kurdos, ONGs…Además, ha recogido el apoyo de intelectuales «para resolver el conflicto a través de medidas pacíficas y democráticas». Por su parte, lo todopoderosos militares turcos, y a pesar de sus reservas históricas, han reconocido recientemente que el conflicto «no se acabará únicamente con medidas militares, sino que son necesarias otras de carácter político, económico o social».
Los obstáculos, de prosperar la iniciativa, van a ser numerosos. Por un lado están los partidos de la oposición, que de momento se han posicionado en contra, buscando obtener réditos políticos. Desde el conservador MHP se acusa de traición al Gobierno y amenazan con echarse al monte. Por su parte, el «socialdemócrata» CHP, y a pesar de su rechazo público, parece que se toma la misma muy en serio, y según algunas fuentes locales estaría preparando su propia propuesta que haría pública en los próximos días.
Uno de los principales obstáculos que deberá superar cualquier iniciativa dialogada es la propia mentalidad turca, una barrera que durante años ha sido moldeada y manipulada por los dirigentes turcos y que no será nada fácil que cambie en poco tiempo, y sobre todo el «miedo a la democracia» de algunas formaciones políticas del sistema.
Tampoco podemos olvidar el papel que juegan los dirigentes actuales del sur del Kurdistán, cómodos en su papel de administradores autonómicos, pero temerosos de las consecuencias que un cambio en la situación del norte podría tener en su propio entorno. En las recientes elecciones autonómicas se ha visto cómo el descontento hacia esa estructura corrupta crece, y también la respuesta de ésta, prohibiendo participar al Partido de la Solución democrática del Kurdistán (PCDK), que junto al PKK del norte, el PJAK del este y el PYD del oeste, conforman la Confederación Democrática del Kurdistán (KCK).
Uno de los asuntos clave es asegurar la participación política para los representantes kurdos, como paso para que las demandas de libertades, derechos políticos y culturales se puedan plasmar. Un profesor universitario turco ha advertido del peligro que supone que la población «no pueda expresar su demandas a través de la acción política», y que intentar «acallar o silenciar las mismas no quiere decir que éstas no existan».
Evidentemente, esta iniciativa no es la solución por sí misma, pero en estos momentos se podría estar poniendo las bases para «discutir y comprender» la situación, y se crean al mismo tiempo los ejes para posteriormente «centrarse en las soluciones».
Es pronto para anticipar el desenlace final. Lo que se antoja esencial es que el dialogo puede haber comenzado, y que mientras continúe se abordarán temas como el desarme, la liberación de los presos, la reconciliación…pero sobre todo se deberá hacer frente a las demandas de libertad y derechos del pueblo kurdo. En esa coyuntura las reformas legales y constitucionales que el Estado turco deberá abordar son claves.
La esperanza aumenta mientras en algunos sectores crecen los temores. La solución dialogada al conflicto debería impulsar a la primera sobre los segundos.