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FINAL DE LA SUPERCOPA

La lógica ejerce de analgésico La lógica ejerce de analgésico

El Barcelona ya tiene más cerca otro pleno tras adjudicarse la Supercopa ante un Athletic que ejerció poco más que de espectador en el Camp Nou. Con el título prácticamente decidido desde el partido de ida, los rojiblancos viajaron a Barcelona pensando en Tromsoe y a su rival le bastó con acertar en tres de sus númerosas ocasiones. Tan irrelevante fue la actuación del Athletic, que la única nota destacada fue el esperado debut de Iñigo Díaz de Cerio.

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Amaia U. LASAGABASTER |

ATHLETIC 0
BARCELONA 3

Barcelona y Athletic cumplieron el trámite. Con esta frase podría darse por finiquitada la crónica de lo sucedido anoche en el Camp Nou, en un encuentro que sólo sirvió para que los azulgranas, sin necesidad de lucirse, finiquitaran la tarea emprendida una semana antes en San Mamés.

En sólo tres meses, y después de que se le hubieran resistido durante un cuarto de siglo, los rojiblancos disputaban su segunda final. Ante el mismo rival y con un resultado -un gol más en el cómputo general de la Supercopa- similar. Las sensaciones, sin embargo, han sido esta vez muy diferentes a las de aquella noche de mayo en Mestalla. Las previas y las posteriores. Y es que ni las competiciones son equiparables -sobre todo cuando se accede a la Supercopa sin haber ganado un título-, ni tampoco las expectativas lo eran, por mucho que hace tres meses también la distancia entre ambos rivales fuera poco menos que sideral.

De ahí que la derrota escociese bastante menos que otras. El Athletic viajó a Barcelona consciente de que levantar el 1-2 de la ida era poco menos que imposible. Un augurio corroborado con alineaciones y convocatorias. Pep Guardiola tiró de todo lo disponible -los lesionados Iniesta y Márquez fueron las únicas estrellas culés que vieron el choque desde la grada-, mientras Joaquín Caparrós alineaba lo que podría considerarse en buena medida su opción B. Con nueve cambios respecto al once que se enfrentó al Tromsoe, en la formación rojiblanca figuraban, entre otros, Iñigo Díaz de Cerio -que debutaba con la camiseta rojiblanca y disputaba su primer partido oficial en nueve meses- o Xabi Etxebarria -Amorebieta y Ocio se quedaron en Bilbo, tocados-, que ya se había estrenado con el primer equipo, aunque sólo fuera disputando un minuto, pero que ni siquiera ha sido uno de los habituales en los amistos veraniegos del Athletic. La lógica no ofrecía muchas alternativas y, por eso, ejerció de analgésico.

Relativo, porque si bien parece evidente que la participación en la Europa League, que todavía está por decidir, parece un objetivo más suculento para el club que este título, no resulta agradable ver a un Athletic tan triste, insípido y pobre como el que deambuló anoche por el Camp Nou, prácticamente durante los 90 minutos.

Porque poco más hicieron los rojiblancos que aguantar el chaparrón. Que además pudo haber sido mucho peor. Afortunadamente, los delanteros culés no anduvieron especialmente atinados y Gorka Iraizoz -el mejor de su equipo-, también puso de su parte, con media docena de acciones muy inspiradas.

El Athletic apenas aguantó un cuarto de hora. Tampoco es que se luciese, pero por lo menos, las pocas veces que se hizo con la pelota, aguantó con ella más de dos pases e incluso se acercó al área de Valdés. Hasta se vio una intervención del meta local, en una falta directa de Orbaiz, en el minuto 21. Una y no más porque, a partir de ese momento, los bilbainos desaparecieron.

Tampoco se vio a un Barcelona, tan consciente como su rival de que el trofeo estaba resuelto, especialmente efervescente. Pero entre que no es éste un equipo que acostumbre a conformarse, y que la calidad tampoco es que le falte, un detallito por aquí y un servicio por allá bastaron para que las ocasiones empezaran a acumularse en el área de Iraizoz.

Llegan los goles

Para los goles hubo que esperar al segundo tiempo. A los cuatro minutos de la reanudación, Xavi e Ibrahimovic se lucieron en el servicio para propiciar que lo hiciera también Messi en el remate, anotando el 1-0. La puntilla, por si hiciera falta, para un Athletic al que los cambios tampoco pudieron mejorar. Y al que el árbitro tampoco ayudó, inventándose un penalti de Ustaritz, aunque la jugada había acabado, de todas formas, en gol. Messi repitió y de ahí al final sólo quedaba confiar en que los artilleros azulgranas no encontraran la puntería que les había faltado en la primera parte.

No lo hicieron, pero estaba el Athletic para echarles una manita. Concretamente Ustaritz, que -después de que su actuación y la de Etxebarria hubiera sido de lo único salvable de la noche, junto a la actuación de Iraizoz- en una cesión imperdonable a su guardameta, dejó a Bojan solo con el balón en boca de gol. Evidentemente, el delantero local no falló.

Ahí acabó el partido, incluso para un Barcelona que, como su rival, también tiene otras cosas en que pensar. Aunque en su caso lo hace ya con un título en el bolsillo.

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