En la Universidad Menéndez y Pelayo se está realizando el cuarto foro sobre nuevas tendencias televisas, en el que se analizan, presentan o se estudian nuevos formatos televisivos, o versiones actualizadas de los de toda la vida. No están en este curso de verano solamente en el plano teórico, sino que se mueven en el de intercambio de experiencias, y probablemente no aporten a nuestras vidas muchas satisfacciones en los próximos meses, pero sí que al menos sirve para entender el número de posibilidades que se abren en el futuro para idiotizar todavía más lo que se hace en televisión. O dicho de otro modo, los formatos se están llevando hasta unos límites que empieza a ser bastante arriesgado un juicio sensato y argumentado de casi nada de lo que existe, porque parece más que evidente que todo va a empeorar.

No se crean que hay muchas novedades a la vista, porque parece que seguimos en la fase anal de la televisión y ello nos ha colocado en los últimos quinquenios en los realitys, vestidos y bautizados con muchos nombres pero que buscan hacer de una realidad manipulada o forzada algo similar a un espectáculo que deje trazas de verosimilitud. Y en esos caminos, en los que hemos tenido noticias de tantas propuestas absurdas, ahora nos llega noticias desde Canadá de una experiencia que deberíamos estudiar para aplicarla inmediatamente. En un concurso televisivo se está buscando al nuevo primer ministro.

No lo he visto, por lo tanto escribo perplejo al sufrir un subidón provocado por una imaginación activada por impulsos externos y el archivo de una memoria política reciente. ¿Qué se puede ver en una situación de selección popular de un candidato a presidente de comunidad de vecinos de una zona residencial de chalés adosados? A partir de ahí el infinito. Nos metemos en sindicatos, clubes de fútbol, partidos políticos, y colocamos a esos seres en una casa con docenas de cámaras haciendo méritos para salir candidatos a una presidencia cualquiera. Me relamo. No sería un programa apto para menores. ¿De qué puede ser capaz un ser para llegar a poder manejar el boletín oficial? Se abren tantas posibilidades que de sólo pensarlas ya me siento saturado.