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Raimundo Fitero

Imputado

Palabra en boga, polisémica y de resonancias múltiples. Imputados somos o podemos serlo todos, quizás por el simple hecho de pensar. No todos los imputados tienen el mismo tratamiento ante los considerando de los magistrados. Hoy mismo, un imputado puede acabar el día imputando a otros ciudadanos con total impunidad. Puede entrar y salir por una puerta del Tribunal Supremo, para trasladarse en coche oficial, a otro tribunal excepcional y seguir imputando y firmando autos que exceden cualquier medida de lógica preventiva y aplicación de la justicia con medidas ajustadas al riesgo objetivo, pero como se trata del mayor Imputador, ahora, es el imputado injusto según algunos de su gremio. ¡Qué cosas tiene la Justicia española! No obstante esa foto del juez cazador entrando imputado en un juzgado tiene un gran valor simbólico.

En la parte estadística de los asuntos menores de la aplicación de las leyes y sus derivados, nos aseguran que debido a la crisis económica, están bajando el número de divorcios. No se nos dice que ha crecido el número de parejas enamoradas que han aprendido a hacer de la convivencia un paraíso terrenal. No, el mensaje es muy claro. Como no podemos independizarnos económicamente, como cuesta mucho mantener una doble hipoteca y nuestro puesto de trabajo es precario, seguimos bajo el mismo techo, aunque nos odiemos y nos moleste hasta el olor de ese perfume que regalamos en los momentos de gracia que su fragancia nos despertaba inmediatamente el apetito sexual. A esto se llama convivencia de riesgo.

Lo que es un suma y sigue que produce dolor infinito, que lacera, son las constantes muertes de mujeres a manos de sus maridos o ex maridos, o parejas de hecho o simplemente amantes. Es un terror que no cesa, que aborta cualquier racionalización del hecho, que se ha convertido en un ritual en donde después del crimen, se entregan a la policía, o como el penúltimo caso que hemos sabido, un guardia civil que mata a tiros a su esposa y se entrega «a un compañero». ¿Se imaginan ese momento? ¿No da asco pensar en la comprensión del colega? Es otra manera criminal de impedir el divorcio.

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