El pesquero «Intertuna II» logró ayer evitar el asalto de los «piratas» cuando faenaba a cuatrocientas millas de la costa de Somalia, tras detectar a tiempo mediante el radar una lancha que se acercaba con intenciones de abordaje. Se trata del tercer conato de ataque que sufren embarcaciones vascas en pocos días en esta zona del Índico, hecho que ha provocado la lógica alarma en la flota que pesca en estas aguas y la intensificación de los llamamientos a las instituciones para que dispongan los medios adecuados para garantizar su seguridad. No cabe duda de que garantizar la integridad física de las tripulaciones debe ponerse al frente de cualquier prioridad a la hora de afrontar un análisis de situación en torno a este asunto. Sin embargo, ese objetivo no puede ni debe ocultar una lectura más profunda del más que dudoso papel que están jugando las flotas europeas en esta zona, al aprovecharse de la debilidad -cuando no ausencia- de protección y regulación de los recursos pesqueros en un área políticamente tan convulsa e inestable. Por eso, quizá en vez de militarizar más la zona, alguien debería plantearse qué hacer para que los «piratas» no se multipliquen ni allí ni en ninguna otra zona del mundo.