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Una Visión global de la pintura vasca entre Donibane Lohizune y Urdazubi

El claustro del monasterio de Urdazubi muestra una colección de los últimos cincuenta años de nuestra pintura en un marco incomparable. Por otro lado, la sala de la Rotonde en Donibane Lohizune ofrece, de la mano de Michel de Jaureguiberry, la exposición que trata de englobar lo que se podría denominar como la pintura vasca.

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Idoia ERASO

Cuestionar qué es la pintura vasca es una pregunta que ha sido planteada innumerables veces y que seguirá siéndolo en el futuro. El comisario de la exposición que está abierta en Donibane Lohizune, Michel de Jaureguiberry, rememora al gran pintor guipuzcoano Ángel Cábanas Oteiza para responder a esta gran cuestión. «En 1917, un periodista le preguntó al pintor qué era la pintura vasca y él respondió que no se puede definir exactamente. Decía que él cuando pintaba una calle, no sabía lo que tenía de vasco, pero que seguro que había algo que nos une, una especie de aire familiar, un toque que es diferente». La convivencia, el hecho de vivir en Euskal Herria, podría ser una característica, pero De Jaureguiberry se refería también a la luminosidad; «hay algo de particular en la luz que nos muestra que no estamos en la Provenza».

La respuesta a esa pregunta también la podrán descubrir los amantes de la pintura en las dos exposiciones que se pueden ver estos días en Nafarroa y en Lapurdi. La de Urdazubi estará abierta hasta el 31 de diciembre. Para ir a Donibane Lohizune, tan sólo quedan unos días, ya que finalizará el 20 de setiembre.

Desde Arrue a Zumeta

Una visión global y circular en Donibane Lohizune enlaza con la reunión de varios artistas en un cuadrado claustro de Urdazubi. El arte contemporáneo reúne las dos muestras siguiendo, entre otros, los trazos de Zumeta. El comisario de la exposición costera presenta así las obras mostradas en «La Pintura Vasca. Pasiones privadas»: «Desde Arrue hasta Zumeta, alrededor de cuarenta obras remarcables de la creación artística clásica y contemporánea de Euskal Herria reunidas por primera vez». La privacidad del nombre viene del hecho de que las obras presentadas provienen de colecciones privadas y que han sido prestadas por los dueños para esta única muestra. Se pueden descubrir así, «Pescadores en el puerto de San Juan de Luz» de Louisse D'Aussy-Pintaud, «Fandango» de Gaspar Montes Iturrioz, «El bollero» de Ramiro Arrue o «El menor» de Aurelio Arteta.

Por el contrario, el claustro navarro es una galería en la que los espectadores tienen la oportunidad de descubrir a los artistas contemporáneos y en la cual se pueden también adquirir sus obras. En ella, además de creaciones pictóricas, también están expuestas varias esculturas. Entre los escultores reputados también hay que mencionar al conocido Juan Gorriti.

Quinientas obras dispuestas con una intención de movimiento que casa con el espíritu de cada artista paisajista, retratista o abstracto en unión con las esculturas más inverosímiles y las lápidas centenarias que cubren el suelo por el que pasa el espectador. «50 años de pintura en el País Vasco»recoge las obras de quince artistas reconocidos como Michel Hacala, Christine Etchevers, Irkus Robles, Pier, Gonzalo Etxeberria o Patxi Aranoa.

Los artistas contemporáneos Jose Luis Zumeta, Xabier Soubelet o el pintor y escultor Aitor Etxeberria, se pueden descubrir en ambas colecciones y, como complemento, una visión histórica con las obras de los grandes pintores de los años 30 en la sala costera. A treinta kilómetros, estas obras complementarias muestran en sí una visión efímera de la pintura, pero que puede ayudar a encontrar esa visión global sobre la pintura vasca y ese «aire de familia» del que ya hablaba Cábanas Oteiza hace un siglo y que sigue siendo hoy en día uno de los temas principales entre los artistas, especialistas y amantes del arte.

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