Cuando faltan apenas 48 horas para que arranque la 57 edición del Festival Internacional de Cine de Donostia, quedan todavía numerosas incógnitas en el aire, dudas existenciales que la organización, al menos de momento, tiene poca o ninguna intención de aclarar.

Durante la presentación oficial del certamen que tuvo lugar hace unos días en un abarrotado Aquarium, Mikel Olaciregui y su equipo repasaron la cartelera de este año y adelantaron la presencia de Brad Pitt y Quentin Tarantino sobre la alfombra roja que conduce a las estrellas hasta la puerta del Kursaal. Pues bien; el que ha sido el hasta ahora anuncio más destacado que ha salido por boca de la organización se convertirá en una visita «relámpago», ya que las dos estrellas del celuloide aparcarán su jet privado el viernes para volver a arrancarlo al día siguiente. Es decir, la supervisita de Brad Pitt -que para desgracia de muchos estará en Donostia sin la compañía de su pareja, Angelina Jolie- y del director de la cinta «Malditos bastardos» garantiza un explosivo arranque para esta nueva edición, tanto que incluso la propia gala inaugural, que proyectará la primera película a concurso («Chloe»), podría verse afectada por este «bombardeo» de estrellazas.

Sin embargo, y aunque Zinemaldia cuente este año con una jornada menos en su calendario, la organización tendrá que hacer frente a nueve días de intenso ajetreo cinematográfico y, de momento, parece que aún no ha reunido suficiente mecha para que el intenso chisporroteo de otros años no se vea afectado por inesperados apagones.

El supuesto Donostia Saria que aún falta por anunciar (digo supuesto porque todavía no se sabe si sólo se otorgará uno a Ian McKellen) puede ser el as que todavía guardan en la manga Olaciregui y los suyos. Hasta ahora es la mayor incógnita que Zinemaldia mantiene bajo secreto de sumario. Esperemos que dosifiquen bien las burbujas y que la hirviente espuma aguante hasta el día de la clausura, aunque puede que este año el champán brille por su ausencia.