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Amaia Muñoa Secretaria general adjunta de ELA

El «juego limpio» de Gemma Zabaleta

Nos han enseñado que el tantas veces mencionado «pluralismo» del que hacen gala tiene un recorrido muy corto: sólo caben en él quienes están de acuerdo con su proyecto político, económico y social. La mayoría sindical vasca no

Quiero que las relaciones con los agentes sociales vengan presididas por el juego limpio». Una buena frase para un titular de prensa. Pero sólo eso: un titular de prensa. A eso se reduce, cada vez más, la agenda de los gobernantes: a buscar un titular de prensa. De esa manera se expresaba la consejera de Empleo, Gemma Zabaleta, en una de sus primeras entrevistas al poco de ser nombrada para ese cargo. Pues bien, sus actos en relación a ELA -por desgracia- han ido justo en dirección contraria.

Al día siguiente a la formación del Gobierno la consejera se puso en contacto con ELA. Nos hizo saber «que las puertas de Lakua estaban abiertas para nuestro sindicato» y «que deseaba celebrar una reunión con ELA con el objeto de conocernos y realizar un contraste de pareceres». Nuestra contestación fue positiva; le hicimos saber que con mucho gusto iríamos a esa reunión. Teniendo conocimiento de la intención del lehendakari de convocarnos, le manifestamos que veíamos necesarias las dos reuniones, la del lehendakari, Patxi López, y la suya. Ella quedó en llamarnos para, una vez conocida la fecha de reunión con el lehendakari, concretar una fecha para la reunión que ella nos había solicitado y nosotros aceptado. No llamó.

Aprovechando la reunión con el lehendakari (3 de junio de 2009), en la que, entre otros consejeros, estuvo presente Gemma Zabaleta, le insistimos en que estábamos a la espera de su llamada. Ni una mueca, no hizo ningún comentario.

Poco después, el Gobierno hacía público que el único foro de debate sindical iban a ser las mesas de «diálogo social» que se disponía a abrir con la minoría sindical y en las que los acuerdos no requerían ningún tipo de representatividad.

El día 17 de junio de 2009 recibimos un fax de la consejera de Empleo por el que se convocaba a una reunión a los secretarios generales de los sindicatos para hablar de la «Revisión del Decreto de Ayudas a la Formación de los trabajadores y trabajadoras en ERE» que Azkarraga había aprobado en sus últimos días de Gobierno, sin debate previo. Recibido el fax, nos pusimos en contacto con la consejera para hacerle saber que no teníamos ningún inconveniente en que el nuevo Gobierno conociese nuestra opinión y nuestras alternativas sobre ese Decreto -habían sido publicadas-, pero que para tratar ese contenido existía la «Comisión de Seguimiento del Plan de Empleo» de la que formábamos parte sindicatos y patronal. Insistimos en que ése era el lugar adecuado para tratarlo. La consejera aceptó -aparentemente- nuestros argumentos y concluyó afirmando que convocaría esa Comisión. Al día siguiente recibimos una llamada del viceconsejero Sr. Zapatero, con el que se reprodujo la misma conversación y con el mismo resultado: correspondía a esa Comisión tratar ese asunto y que nos harían llegar la convocatoria.

Pues bien, faltando a la palabra dada, esa Comisión no fue convocada. La siguiente información sobre el devenir de ese Decreto que tuvo ELA fue por los medios de comunicación el día 29 de julio, día en el que el Gobierno, la patronal y CCOO y UGT anunciaron -entrelazando sus manos- los «primeros acuerdos del diálogo social». Uno de ellos era precisamente el referido a la reforma de ese Decreto, reforma que, por cierto, no supone ningún cambio importante. Como se puede observar, a la consejera le trajo sin cuidado conocer nuestra opinión y nuestras alternativas. Le trajo sin cuidado mentir.

Es obligado sacar conclusiones del proceder de quienes creen que hay atajos para vulnerar las reglas democráticas y el respeto institucional. Los demócratas «respetan» al contrario aún no estando de acuerdo con él, y ese respeto conlleva reconocer su representación, la que hemos obtenido, trabajando duro, entre los y las trabajadores. Los nuevos gobernantes no están por la labor.

El «juego limpio» lo dieron por concluido la consejera y su Gobierno en el mismo momento en que decidieron abrir el llamado «diálogo social» con la minoría sindical. A partir de ese momento, este Gobierno ha levantado una especie de estigma en relación a aquellas organizaciones que, en función de sus legítimas aspiraciones, no coinciden con las políticas que practica el propio Gobierno. ¡Qué pronto y qué bajo se puede caer!

Todo un récord. Han trascurrido poco más de 120 días desde que el nuevo Gobierno se conformó y ya nos han mostrado en qué consiste su «juego limpio»; sabemos que todo vale con el objetivo de vulnerar las reglas democráticas en el ámbito sindical, social y político, y también nos han enseñado que el tantas veces mencionado «pluralismo» del que hacen gala tiene un recorrido muy corto: sólo caben en él quienes están de acuerdo con su proyecto político, económico y social. La mayoría sindical vasca no. Para ella reservan el ostracismo.

ELA, tal y como se le transmitió a la señora consejera, tiene interés en reunirse para intercambiar pareceres de manera directa. Ahora bien, si alguien piensa que podemos abandonar nuestro sitio para reunirnos, está equivocado.

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