Un escaparate que muestra las carencias pero también el potencial de la izquierda
La «Fête de L'Humanité» que se celebró el pasado fin de semana ha batido todos los récords de asistencia. Nada menos que 600.000 personas han acudido al evento que el histórico diario comunista organiza anualmente -y con ésta van 74- en las campas de La Courneuve, al norte de París.
Arantxa MANTEROLA
Es cierto que este año el programa, sobre todo en cuanto a espectáculos y conciertos se refiere, era muy alentador, especialmente para el público joven que no desaprovechó la oportunidad. Cantantes y grupos de todo tipo, con connotaciones izquierdistas o reivindicativas más o menos declaradas, actuaron en los inmensos escenarios. Manu Chao reunió él solito a más de 60.000 espectadores el viernes.
Pero al margen de conciertos y actuaciones, la fiesta de l'Huma, como coloquialmente se la llama, es una cita para la difusión y el debate político; un escaparate donde se pueden dar a conocer reivindicaciones, luchas, problemáticas, situaciones represivas, conflictos o proyectos de todas partes del mundo desde un prisma de izquierda.
Uno puede pasearse entre las carpas situadas en calles que portan nombres de personajes históricos de la izquierda planetaria (calle Nelson Mandela, avenida Dolores Ibarruri, calle Sacco e Vanzetti, paseo Ho Chi Minh...) y toparse con toda suerte de stands. En unos se discute alrededor de una mesa sobre la situación de la sanidad pública en el Estado francés. En otros se aborda la ardua tarea de cómo reorganizar una izquierda internacionalmente fuerte para hacer frente a los excesos del liberalismo-capitalismo donde países de América Latina como Venezuela, Bolivia, Brasil o movimientos como los de los territorios neocolonizados por el Estado francés -Martinica, Kanaki- son mencionados con frecuencia.
De todo el mundo
La «ciudad del mundo» es uno de los espa- cios que no se pueden dejar de visitar. El raudal de olores, colores, comidas, bebidas, músicas y de testimonios es sorprendente. Eso sí, a menos de ser ducho en la materia, resulta un tanto complicado descubrir los matices ideológicos de la información que se pone a disposición del público.
Por ejemplo, había varios stands sobre Palestina, cuya situación ha sido tratada específicamente en esta edición. Alguno estaba casi exclusivamente dedicado a la venta de productos y artesanía local. En otro podía encontrarse la faceta cultural y folclórica y otros, los más, se decantaban por mostrar y denunciar la grave situación que vive el pueblo palestino y aventar la reivindicación de un Estado propio.
También es una cita casi obligada -máxime cuando se está a las puertas de nuevas elecciones- para la clase política «progresista» del Estado francés. Así, ha podido verse a la jefa de filas socialista Martine Aubry recoger el guante lanzado por su homóloga del PCF, Marie-Georges Buffet, en un foro organizado en la carpa del partido con conocidos representantes de Los Verdes, del Parti de Gauche, de Lutte Ouvrière... donde Buffet apeló a la «unión de las fuerzas para construir un gran proyecto de izquierda». Un gesto, el de Aubry, nada baladí en un momento en el que sectores de su partido la está empujando a acercarse al centrista MoDem y cuando el NPA, cuyo portavoz Olivier Besancenot declinó la invitación de Buffet, se creó a principios de año con los mismos objetivos declarados.
Por el contrario, el actual ministro de Cultura, Fréderic Mitterrand, pagó cara su osadía de presentarse en la fiesta el sábado ya que tuvo que salir casi por patas ante los abucheos de decenas de personas que recriminaban al sobrino del que fuera presidente socialista de la República, su participación en el Gobierno derechista de Sarkozy y su actitud en la universidad de verano de las juventudes de la UMP donde faroleó de que «la semana que viene me voy a la fiesta de l'Huma».
Una frase que, sin duda, repite todos los años mucha gente, desde los viejos «cocos» (cada vez menos visibles) que acuden sin falta al acto del periódico que fundara, allá por 1904, el líder del socialismo francés, Jean Jaurès, hasta los jóvenes con ganas de pasarlo bien en un ambiente políticamente «comprometido», pasando por los curiosos o, simplemente, por los miles de ciudadanos que buscan recargar pilas para poder hacer frente a la desesperanza generada por la incapacidad manifiesta (por el momento, cuando menos) de la izquierda para ofrecer una alternativa consecuente al modelo capitalista explotador actual.
«Somos los combatientes de la solidaridad» proclamaba en su discurso Patrick Le Hayaric, director de «L'Humanité», apuntando que «la pluralidad de la izquierda es una riqueza para abordar mejor las aspiraciones populares».
Sin embargo algunos movimientos de izquierda, como el abertzale, siguen vetados en la fiesta de L'Huma, seguramente por «recomendación» de los responsables políticos locales próximos al PC, algunos de ellos claramente antiabertzales.
Aún así, Perú Solidario hizo un hueco en su stand y el comité parisino de solidaridad con Euskal Herria consiguió colocar una pequeña mesa. Desde esa exigua base de operaciones denunció, entre otros, la situación de los presos vascos y la desaparición del militante Jon Anza.
El PCF del 20º distrito de París ofreció también un sitio a los amigos de los presos de Acción Directa para informar sobre su situación. A.M.