Nos enteramos por Euskalkultura.com de que la Fundación Vasco Argentina Juan de Garay entregaba hace días sus distinciones anuales, en el transcurso de la cena de aniversario. Uno de los distinguidos por este reducto de oligarcas y gorilas de ascendencia vasca es nada menos que Adolfo Navajas Artaza, un octogenario miembro de un importante grupo económico cuya empresa más famosa es el Establecimiento Las Marías, la yerbatera más importate de Argentina. La Fundación Konex también lo eligió en 2008 para premiarlo como el mejor empresario rural de la década. Su avanzada edad y su enfermedad apuran estos reconocimientos que el poder económico siempre tributa a sus pares.

Su padre, Víctor Navajas Centeno, fue el iniciador de un gran negocio de actividades rurales, agropecuarias, forestales, que no descuidó la beneficencia como parte de su estrategia empresarial. Los grandes y buenos negocios lo llevaron a encumbrarse en la política. Como suele ocurrir con estos personajes, no llegó por la vía de una elección democrática, sino que se encaramó durante un golpe militar. Navajas Artaza fue gobernador de la provincia de Corrientes entre 1969 y 1972, durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía. Este antecedente le valió ser funcionario al servicio de los genocidas de 1976, durante la gestión del dictador genocida general Reynaldo B. Bignone.

De acuerdo con una causa judicial de escandaloso trámite, radicada en el Juzgado Federal de Paso de los Libres (provincia de Corrientes), en el establecimiento yerbatero Las Marías, se produjeron desapariciones, torturas y persecuciones de obreros durante la dictadura. Entre algunas de ellas, cuentan las desapariciones de los gremialistas Nery Pérez y Marcelo Peralta, además de torturas y persecuciones de otros trabajadores del lugar, según el expediente 1-19.067/06. La causa fue derivada al Juzgado Federal de Corrientes por las inéditas inhibiciones en cadena de los magistrados y sus subrogantes, por tener lazos con Navajas Artaza.

No es casualidad que el presidente de la Fundación Juan de Garay, Jorge Zorreguieta (padre de la «princesa» de Holanda) haya sido también ministro de los genocidas. Así como Zorreguieta pasó por los tribunales, donde negó estar enterado de que en Argentina hubiera desaparecidos mientras estuvo en su cargo, Navajas Artaza hizo públicamente la apología del terrorismo de estado: «Yo fui ministro de la llamada hoy dictadura. Pero una dictadura gracias a la cual hoy estamos en democracia. Hay que ser prudentes y no revolver esto; pero, téngalo presente: nosotros estamos en democracia porque la dictadura militar derrotó a la subversión».

Sobre esta distinción al ex funcionario de la dictadura genocida nadie en la diáspora vasca organizada dirá nada. Ninguno de los habituales «escribidores» sobre temas de la colectividad publicará una línea para denunciar esto. Mucho menos aquellos que apoyaron y colaboraron en la elaboración de las infames leyes de »«Obediencia Debida» y «Punto Final», en las que se basó la impunidad de miles de genocidas. La proximidad ideológica y de clase les cierra la boca.