EEUU ABANDONA SU PLAN DE ESCUDO ANTIMISILES EN EUROPA CENTRAL
Rusia mira El tablero tras el gesto de obama
El Kremlin ha reaccionado con satisfacción pero con mesura al anuncio por parte de EEUU de que renuncia a su escudo antimisiles en Polonia y en la República Checa. Una marcha atrás que ha generado una ola de rumores sobre contrapartidas exigidas a Moscú.
Dabid LAZKANOITURBURU I
El Kremlin no ha ocultado su satisfacción, y su alivio, tras el anuncio por parte de Obama de la retirada del proyecto de escudo antimisiles en Polonia y en la República Checa. La satisfacción es previsible, habida cuenta de que estamos ante una victoria diplomática rusa en toda regla. Los suspiros de alivio en Moscú se explican en el contexto de la grave crisis económica que sacude al mundo -también a Rusia- y son comparables a los que se escuchan en el entorno de la Administración Obama.
Y es que hay una cuestión, la económica, que ha sido escasamente evocada pese a que Obama la mencionó explícitamente en la corta alocución en la que anunció su desmarque respecto a uno de los proyectos estrella de la era Bush.
El proyecto de escudo antimisiles, concebido en los 80 por Ronald Reagan y sobre cuya efectividad real hay más que serias dudas, precisaría de un presupuesto descomunal y actualmente inasumible para EEUU. Mucho menos si Obama tiene intención de cumplir compromisos como garantizar cobertura sanitaria a los casi 50 millones de estadounidenses en la indigencia médica.
Esto es aún más aplicable si cabe en una Rusia que sigue pagando el peaje de los diez años perdidos tras la caída de la URSS (la infausta era Yeltsin) y a la que la actual crisis global no ayuda precisamente a salir del rígido corsé de una economía rentista y escasamente diversificada. Las amenazas por parte de Moscú de una respuesta proporcional a la provocación del escudo antimisiles cerca de sus fronteras traían a la memoria la loca carrera de la Guerra Fría, que acabó con el desfondamiento de una Unión Soviética forzada a intentar equiparar sus capacidades militares a las del enemigo americano.
Con su anuncio, Obama da fe de que su política no acaba en su brillante oratoria y de que es capaz de hacer «de la necesidad virtud». Esto último no resta un ápice de valor al gesto de Obama, quien da muestrsa de un realismo político que brilló por su ausencia con su antecesor tejano.
Amenazas e inmediatez
Tanto el inquilino de la Casa Blanca como el Pentágono, por boca del secretario de Defensa, Robert Gates, han tratado de justificar la marcha atrás argumentando que, aunque la amenaza deTeherán persiste, habría cambiado la percepción de su naturaleza. Así, han insistido en que la amenaza de que Irán se dote de misiles de largo alcance «no es tan inmediata», reevaluación que les permite enterrar el proyecto original y sustituirlo por uno mucho más modesto y que consistiría en un sistema móvil contra misiles de corto y medio alcance que podrían amenazar a sus aliados europeos y de la OTAN.
No obstante, esta «reevaluación» suena más a justificación en clave interna -la reacción republicana no se ha hecho esperar-. Y es que todo apunta a que no es la percepción de la naturaleza la que ha cambiado, sino la decisión sobre la manera de reaccionar ante un «mismo peligro». La decisión de Obama casa sin duda más con su desmarque del unilateralismo que primó durante los ocho años de mandato de George W. Bush.
El anuncio se inscribe, en esta línea, en la oferta de un reinicio de relaciones con Rusia, para la que el escudo antimisiles era una línea roja infranqueable y busca reconducir una crisis que tuvo su punto álgido con motivo de la crisis georgiana del año pasado, en la que Moscú no dudó en sacar los dientes ante los planes occidentales de extender su influencia hasta las llanuras ucranianas y las primera estribaciones del Cáucaso.
El gesto de calado de Obama ha dado alas a interpretaciones sobre las contrapartidas que, a cambio, habría exigido Washington a Moscú. Esta hipótesis llega reforzada por el momento elegido por la Casa Blanca para anunciar la retirada de su polémico proyecto, en vísperas de la sesión plenaria de la Asamblea General de la ONU y de la reanudación de las negociaciones del grupo 5+1 (las potencias del Consejo de Seguridad de más Alemania) con Irán.
Un diplomático de peso aseguraba desde el anonimato al diario ruso «Kommersant» que EEUU exige a Rusia una posición más firme sobre la cuestión nuclear iraní y que renuncie a la venta de un sistema antiaéreo (misiles S-300) a Teherán.
Tanto la Casa Blanca como el Kremlin niegan oficialmente mercadeo alguno pero el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, apeló ayer a Moscú a «ejercer la máxima presión diplomática y política» sobre Teherán. Moscú insistió en la oposición a nuevas sanciones «cuando hay una oportunidad real de éxito en las negociaciones».
Lo que no quiere decir que Rusia no esté dispuesta a responder con gestos. Además de anunciar que renuncia a desplegar misiles Iskander en el enclave de Kaliningrado, el Kremlin señaló que se abren buenas expectativas de cara a las negociaciones para reeditar el Tratado de Reducción de Armamentos Estratégticos (START), que en su redacción actual expira en diciembre. Con todo, el hombre fuerte de Rusia, Vladimir Putin, señaló que espera que, «tras esta decisión justa y valiente, llegarán otras», en referencia a los espinosos dossieres que separan a ambos países.
Y es que, como recordó el embajador ruso ante la OTAN, Dimitri Rogozine, incluso con Obama, EEUU «no renuncia a sus proyectos hegemónicos en todo el mundo».
El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, afirmó que su país no tiene necesidad de crear armamento nuclear, aunque matizó que no habrá nada que frene el desarrollo de su programa pacífico. «Las armas nucleares pertenecen al pasado», señaló.
Los gobiernos de los países europeos en su día sometidos al yugo soviético - a diferencia de sus opiniones públicas- reaccionaron con una mezcla de desasosiego y desamparo al anuncio de Obama. La distinción es pertinente, habida cuenta de que la población polaca, y sobre todo la checa, era mayoritariamente contraria al proyecto de escudo antimisiles y muchos habrán respirado aliviados tras la marcha atrás de la Administración estadounidense.
Los ejecutivos -furibundamente anticomunistas- de estos países se alinearon sin prácticamente matiz alguno con los planes belicistas de la era Bush, lo que les valió ser agasajados por el entonces jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, quien los bautizó como «la Nueva Europa» en contraposición a la oposición de buena parte de las «viejas» cancillerías europeas a la aventura estadounidense en Irak.
Recelosos del gran vecino ruso -por una mezcla de razones objetivas y viejos fantasmas-, esos gobiernos concebían el escudo como una suerte de seguro ante las veleidades hegemonistas de Moscú. Obama hizo el anuncio el mismo día en que Polonia conmemoraba el 70 aniversario de la invasión del este del país por parte del Ejército Rojo. GARA
El líder norcoreano, Kim Jong-il, aseguró que quiere mantener «diálogos bilaterales y multilaterales» para solucionar el conflicto de la desnuclearización de la península de Corea, durante su reunión con Dai Bingguo, enviado del presidente chino.