Raimundo Fitero
Tomate
Mercedes Milá apareció disfrazada de tomate. Bueno, llevaba chaqueta de rojo tomate y su botones eran unos tomatitos. A partir de ahí todo encajó. Había tomate. Mucho tomate. GH sigue siendo una caja de experimentación. ¿De qué? Antes se decía que era algo sociológico. Después se entendió que era de mayor contenido sicológico. Colateralmente se comprendió que era una incubadora de clones mediáticos. Ahora mismo las definiciones sobre lo que cubren las docenas de cámaras y micrófonos abarcan tanto, en lo ancho y en lo alto, que podríamos decir que estamos ante un experimento de farmacología genética. ¡Ojo! Puede ser algo bastante más enjundioso con ramificaciones incluso en los servicios secretos y no sería de extrañar que las agencias espaciales también hubieran intervenido. Parecen seres normales pero al segundo kalimotxo les sale el monstruo que llevan dentro. No apreciamos excesivos rasgos de desbordamiento hormonal.
Situados ante esta circunstancia, dejemos claro que el renovado equipo de dirección y realización mantiene perfectamente las estructuras físicas y los espacios de dramaturgia incentivadora de las contradicciones, o sea, de las posibilidades de conflicto, su desarrollo y su calcificación en imágenes, cortes que después puedan recorrer los programas de la cadena, sus canales secundarios y todos los lugares de la web dedicados a crearse mundos paralelos a base de analizar, criticar, chismorrear sobre los propios chismorreos causados en la guionización o en la espontaneidad de algunos de los individuos a los que les ha sentado muy mal dejar de fumar. Agresividad, violencia verbal, amenazas, descontrol de energías y tensiones por encima de lo requerido en el programa. La solución, drástica. Expulsión desde dirección de uno, advertencia al otro, y aviso para navegantes. En plató la Milá se explaya con el expulsado. Se lo merecía.
Uno saca conclusiones incompletas: la selección de habitantes busca caracteres primarios, nivel intelectual justo para aprobar el carnet de conducir, personalidades cambiantes, todo en favor del espectáculo. Lo que parece querer una mayoría de la audiencia. Tomate, mucho tomate, con sal y pimienta.